Por Jessica Sosa
Que no permitían el paso por un puente que nunca fue abierto, que al diputado Juan Guaidó (autoproclamado como presidente de manera ilegal) lo acosó la policía, que estaban secuestrando a los niños, arrancados de los brazos de sus madres para meterlos en milicias al servicio de Maduro. Eso y mucho más ha rodado por estos días en torno a Venezuela.
Se trata de lo que ahora conocemos como Fake News, brazo fundamental de la guerra psicológica con la que durante años se ha atacado a Venezuela. Por tal razón, VTActual.com entrevistó al psicólogo Fernando Giuliani para evaluar las causas y consecuencias de este tipo de acciones contra la psique colectiva del pueblo venezolano.
Giuliani explicó que lo que hoy conocemos como «fake», tiene su origen en lo que tradicionalmente conocemos como rumores, solo que ahora, se trata de una evolución bastante sofisticada y favorecida por las tecnologías de la comunicación.
«Al contar con estas tecnologías, sobre todo en los últimos seis años, la gente tiene el poder de transmitir formatos audiovisuales elaborados en forma instantánea. Eso revolucionó todo, ya no necesitas un estudio o un equipo profesional, hoy con el tema de los teléfonos celulares cualquiera puede elaborar un contenido de calidad», destacó.
La operación psicológica, dominación silenciosa
Para Giuliani, este tipo de informaciones, son herramientas de la guerra psicológica, que es uno de los ejes fundamentales de la guerra híbrida o de cuarta generación o guerra no convencional, «no son armas de guerra pues no se rigen por las normas de la guerra pero tienen un blanco donde impactan», detalló.
Según el experto, el escenario forma parte de la guerra no convencional, que tiene el brazo de la guerra económica, expresado en nuestro país con el bloqueo liderado por Estados Unidos, el ataque a la moneda, «generas allí un conjunto de acciones para generar una desestabilización importante, porque esta guerra está diseñada para desestabilizar gobiernos y que permitan una ofensiva no necesariamente militar, para atacar gobiernos a los que pretenden derrumbar (…) El imperio ha afinado los mecanismos y desarrolla lo que presentó Gene Sharp con su teoría de golpe suave, de generar condiciones para que los gobiernos caigan».
Agregó que tal vez, en estos escenarios, llega el punto en que hay que dar un golpe, que viene acompañado de conmociones internas, ataques internos con crisis de gobernabilidad inducida y luego el ataque desde el exterior que suele ser diplomático y que en algún momento puede llegar a ser militar.
En ese contexto, la operación psicológica estaría articulada al brazo de la guerra económica, «el gran problema es la gente que no cree esto porque es invisible, está amparada por un gran hipocresía y un marco mediático y entonces los dictadores acusan a los demócratas de ser dictadores. Eso lo hace la mediática. Además, la gente se habituó a estar permanentemente metida en sus celulares y eso la hace particularmente vulnerable a esta guerra».
Giuliani aseguró que ante este tipo de ataques, «estás más indefenso, porque como no los ves, no crees en esa guerra y no te vas a defender de ella». Manifestó que su objetivo es atacar la emocionalidad del público o audiencia.
Con esta clase de herramientas, Estados Unidos ha logrado dominar en países como Libia, Irak, Yugoslavia, entre otros, «en este momento en particular, lo que busca acá es la desestabilización de la sociedad venezolana, que se generen condiciones de ingobernabilidad para atribuírselas a un gobierno que han posicionado como una dictadura o Estado forajido y todo esto es un instrumento para eso, para generar actitudes, conductas, pensamientos que sean congruentes con ese objetivo».
Es una forma de dominación silenciosa. Quienes echan a andar un fake, estudian los imaginarios sociales, saben dónde están las vulnerabilidades de la audiencia a la que atacan, «por ejemplo, el imaginario del chavismo y su actitud tiene un altísimo componente vinculado a la identidad, el objetivo del fake destinado al chavismo busca su desmoralización, que pierda confianza en sí mismo para que se desmovilice».
¿Cómo dar la batalla?
Giuliani refirió, que aunque se trate de un mecanismo silencioso, es posible dar la batalla. Para ello, recomendó apelar a un estado de consciencia donde predomine la racionalidad, «porque todos estamos expuestos, no lo podemos evitar. Ninguno de nosotros cuando abre un fake puede evitar el impacto que le genera, entonces es importante predisponernos a examinar las noticias asumiendo que puede venir con la intención de tocar nuestra parte emocional», dijo.
En tal sentido, indicó que al consumir la información que sea, debemos concentrarnos para tomar lo más cognitivo que tenga la noticia y neutralizar el efecto que causa para darle tiempo a la razón para que lo asimile. «A ver, están secuestrando niños ¿y no hay madres que denuncien eso? ¿se conoce algún caso? ¿de verdad es posible que a una madre le arebaten a un niño de 15 años y no se defienda y nadie hace nada? Ahí empiezo a ver que algo no me cuadra. Hay que salir al paso y pasarlo por una alcabala de la razón, tratar de no reenviar este tipo de contenidos y ponernos condiciones en los grupos por ejemplo de Whatsapp, de no reenviar este tipo de información. No es fácil pero hay que construir una actitud más proactiva frente a estas herramientas de comunicación«.
El psicólogo puntualizó que el fake niega todo elemento ético, tanto desde el punto de vista de la comunicación, desde el punto de vista psicológico como desde el punto de vista de lo que significa una verdadera lucha política.
Todo indica, que el campo de batalla de las nuevas guerras, es nada menos que la mente de cada individuo. Nuestra capacidad de sindéresis, de mantener una actitud crítica frente a la información que consumimos, determinará entonces la posibilidad de alcanzar o no la ansiada paz, tanto en el plano individual, como en el colectivo, en este caso, del país.
En todo caso, la invasión de nuestras mentes ya ha sido ejecutada y hay miedo, ansiedad, agresividad en el ambiente. De hecho, ya hay quienes apuestan a que entregar el país y rendirnos ante una invasión militar, es la única opción. Encontrar nuevos mecanismos para liberarnos en ese ámbito, será entonces la nueva gesta emancipadora que toca a las generaciones de nuestra época.