Desde la Casa Blanca se evalúa nuevamente la medida que ya tanto se ha planteado contra el gobierno venezolano, o más bien contra su pueblo: el embargo petrolero, que estaría siendo una respuesta contra el llamado a elecciones presidenciales, previstas para el 22 de abril próximo.
De manera conjunta, los departamentos del Tesoro y de Estado buscan colectar la data necesaria para evaluar el impacto que esta medida tendría en las propias necesidades norteamericanas con respecto al crudo que llega proveniente de Venezuela.
“Cuando llegue el 22 de abril, cuando esperamos que Maduro sea reelegido porque hará trampas en el sistema y no habrá nadie que postule en su contra, tendremos seis años más de Maduro. Ahí es cuando Estados Unidos tendrá que tomar la decisión de hasta dónde quiere llegar con las sanciones”, dijo al respecto Rex Tillerson, jefe del Departamento de Estado.
Ya a inicios del mes de febrero se habló de esta posibilidad, aunque es algo que ha estado latente desde antes. A mediados de 2017, Nikki Haley, embajadora gringa ante la ONU, no descartaba esa medida para golpear a las autoridades venezolanas.
Sin embargo, hasta la fecha, no ha habido decisiones al respecto: Estados Unidos consume cantidades de combustible que la hacen depender mucho de la importación de crudo, especialmente de Venezuela, cuya cercanía le garantiza provisiones en poco tiempo.
JI
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