InicioUncategorized#VTalPasado: El flagelo de las epidemias en el pasado venezolano

#VTalPasado: El flagelo de las epidemias en el pasado venezolano

La vulnerabilidad ante la llegada intempestiva de una enfermedad de gran magnitud y los efectos sociales, culturales, ideológicos y religiosos que se despierta en la sociedad producto de su presencia, sin duda alguna, se han convertido en rasgos característicos dentro de la historia de la salud pública venezolana.

Desde el arribo del invasor europeo en el siglo XVI, una variedad de enfermedades como la fiebre amarilla, la viruela, el cólera, la difteria, la tuberculosis, el paludismo, entre otros, se hicieron  presente en el territorio y ocasionaron estragos dentro de la población venezolana, afectando su cotidianidad e impulsando, tanto en el Estado como en sus habitantes, la generación de políticas públicas y cambios en la forma de pensar para hacer frente al peligro inminente de dichas realidades.

De afuera son

La empresa de la conquista y su posterior asentamiento colonial en toda la América no solamente trajo consigo el pillaje, el saqueo y la dominación, sino que introdujo como elemento destructor, las primeras enfermedades epidémicas que se expandieron en la región, produciendo terror, devastación y muerte entre los habitantes originarios y posteriormente en las nuevas sociedades conformadas.

Venezuela no fue la excepción. Su importante posición geográfica fue determinante para la penetración de nuevas enfermedades que azotaron al país. Sus puertos, frente al mar Caribe, fueron los espacios de entrada de esta ola de afectaciones que los foráneos traían consigo desde otras latitudes. Una situación que se establecería como una constante durante todo el periodo colonial, el siglo XIX y principios del siglo XX.

La Miseria, cuadro del pintor venezolano Cristóbal Rojas del año 1886. ubicado en la Galería de Arte Nacional

Así, a lo largo de 500 años, múltiples epidemias y pandemias tendrían lugar en Venezuela. Todas impactaron negativamente al país, siendo algunos casos más trágicos que otros por la ferocidad de su incidencia en la población. No obstante, al dar un vistazo al pasado venezolano, también se encuentra un pueblo que, pese a las calamidades, ha sobrevivido a todas las circunstancias.

Las primeras epidemias

A partir de los testimonios, de los cronistas de Indias y de la documentación emanada de las instituciones oficiales así como de las investigaciones históricas realizadas, se han precisado datos sobre brotes epidémicos a lo largo del siglo XVI, siendo una de las primeras, la epidemia de viruela en 1580, que afectó, en gran medida, a la población indígena.

La fiebre amarilla o la epidemia del vómito negro, como también se le llamó, afligió a Venezuela en diferentes ocasiones a lo largo de los siglo XVII, XVIII y XIX, siendo la de 1694 a 1696, una de la más contundente. Su duración fue más de un año y “…debido a la alta mortandad que causó, los cadáveres se enterraban en los campos…” Así lo refiere uno de los estudios del historiador Mike Aguiar.

Entre 1763 y 1775 la población venezolana nuevamente es golpeada por la epidemia de viruela. En esta oportunidad, fue la que originó más pánico y una mayor embestida dentro de la sociedad hasta el momento. El historiador Germán Yépez, señala en sus diversos estudios sobre la historia de la salud, que, al no existir vacuna hasta finales del siglo XVIII, las normas sanitarias fueron bastantes precarias, “…la mayoría de los enfermos morían por no obtener ayuda, para lo cual se construyeron varias zanjas cerca del campo de Santa Rosalía, donde se lanzaban los cuerpos de los fallecidos…” Así pasó en Caracas y en el resto de las provincias, dando como resultado cifras de más de los diez mil muertos.

Llega el cólera a Venezuela

Una de las grandes enfermedades registradas en el siglo XIX fue la epidemia de cólera que tuvo lugar en casi todo el territorio entre 1854 y 1857. La enfermedad llega a costas orientales a comienzos del mes de septiembre de 1854. Rápidamente comienza a propagarse por el territorio causando desolación, miedo y un saldo importante de muertos en los primeros años. Era una enfermedad poco conocida en el territorio y la legislación a nivel de salud pública aún seguía siendo precaria.

El niño enfermo, cuadro realizado por el pintor venezolano Arturo Michelena en 1886. Ubicado en la Galería de Arte Nacional

El Estado inicia una ardua labor para tomar medidas preventivas. En esta ocasión, se constituyeron Juntas de Sanidad en toda la región, pero también la población conformó espacios para ayudar a combatir este flagelo, así se crearon juntas de beneficencia y la Facultad de Medicina se suma a contribuir. En prensa nacional, se realiza una campaña para publicar diversas recetas y tratamientos preventivos y curativos.

La pandemia de 1918

Nuevamente Venezuela es víctima de una epidemia surgida fuera de sus territorios. La llamada gripe española, un virus de influenza que golpeó fuertemente a la población mundial, llegó a territorio nacional en el mes de octubre de 1918 y afectó mayoritariamente a La Guaira y Caracas. Su foco de irradiación en el territorio fue el puerto de La Guaira y prontamente se propagó por Maiquetía, la ciudad capital y otros estados del país.

Entre los meses de octubre y diciembre, dejaría un saldo de miles de muertos. Eran los tiempos del gobierno de Juan Vicente Gómez, y al evidenciarse la rapidez de su impacto en la población, se comenzaron a tomar medidas sanitarias reales para palear con este virus. Una de las más importantes fue la conformación de la Junta de Socorro del Distrito Federal, dirigida por el reconocido médico Luís Razetti, quien estuvo encargado de manejar una campaña sanitaria que dejó siempre claro que “…Ni la gripe ni ninguna enfermedad puede tratarse invariablemente con un plan terapéutico uniforme: cada caso exige un plan especial y sólo el médico está autorizado para dirigir el tratamiento».

La fe, una aliada incondicional

Venezuela y sobre todo su población, tiene una arraigada tradición católica, heredada desde los tiempos coloniales. En momentos de tragedia individual y colectiva, mujeres y hombres, en acto de fe, usan la religión como un instrumento de salvación. Es por ello, que a lo largo de la historia, un pueblo unido ha depositado su confianza en el amplio santoral venezolano, para luchar contra las adversidades.

El Nazareno de San Pablo, es una de las tradiciones más significativas del pueblo venezolano durante la Semana Santa de cada año.

No se puede dejar de mencionar la tradición del Nazareno de San Pablo en la ciudad de Caracas y la vinculación que se tiene con la curación de enfermedades. En la memoria colectiva del venezolano vive la historia del limonero de San Pablo, nombre atribuido a un episodio que, si bien no está documentando, refiere el milagro ocurrido en una procesión cuando al momento de su traslado por las calles de Caracas, se tropieza con un limonero haciendo caer sus limones entre los feligreses, acción que fue vista como un aviso, pues al tomarse el jugo de esos limones la población comenzó a curarse y hacer frente a una epidemia que hacía de las suyas para ese momento.

El poeta venezolano Andrés Eloy Blanco dejaría con su poema el limonero del Señor, una base para afianzar esta creencia y devoción en la realidad cultural y religiosa venezolana: “…En la esquina de Miracielos hubo una breve oscilación; los portadores de las andas se detuvieron; Monseñor el Arzobispo, alzó los ojos hacia la Cruz, la cruz de Dios, al pasar bajo el limonero, entre sus gajos se enredó. Sobre la mente del Mesías hubo un rebote verdor y entre sus rizos tembló el oro amarillo de la sazón…”.

Simón Sánchez/VTactual

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