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#VTalPasado 19 de abril de 1810: La voluntad plena de romper con el poder colonial

Aquel Jueves Santo de 1810, la ciudad de Caracas fue el epicentro de un momento que significó, en términos políticos, el primer punto de ruptura con el pasado colonial. La voluntad de defender la soberanía y rechazar la dominación extranjera, abrió paso a un camino radical y definitivo para el inicio de la revolución independentista en Venezuela.

La rebelión o revolución de Caracas, como ha sido llamada por los testigos directos de los acontecimientos del 19 de abril de 1810, además de representar la conformación de un nuevo gobierno que despojó del poder a las autoridades españolas, significó también, una firme expresión de la participación popular contra el desgastado sistema colonial.

Una marea de inestabilidad política

Entre marzo y principios de abril de 1810, las nuevas autoridades de la Capitanía General, que tuvieron el mando durante un año, habían iniciado una serie de acciones para sofocar los diferentes alzamientos y movimientos que se estaban generando para insurgir contra el orden establecido.

Desde hace tiempo, las provincias se encontraban en un clima de desconcierto y descontento progresivo ante la realidad imperante tanto en España como en la Capitanía General. En esta oportunidad, las Compañías de Granaderos de las Milicias de pardos y blancos de Aragua y Valencia, que hacían vida en la Casa de la Misericordia en la ciudad de Caracas, serían los protagonistas de los alzamientos. Una de las fechas previstas, fue el 1 de abril de 1810, pero por diversas circunstancias, el movimiento fue develado y los implicados fueron traslados a las afueras de la ciudad. Pero pronto, serían nuevamente los protagonistas.

Tras este escenario, el gobernador y capitán general Vicente de Emparan, mandaría a emitir varias comunicaciones a fin de persuadir y dar información vacilante sobre los verdaderos acontecimientos. El mismo Emparan, señalaría en su informe posterior al 19 de abril que su intención fue: “…franquearme con el pueblo, ganarme su confianza y desvanecer los proyectos y malignas intenciones de espíritus revoltosos…”

Entre los días 16 y 18 de abril, llegan noticias directas sobre la caída de la llamada Junta Central de Sevilla y sobre la conformación de un Consejo de Regencia que había sido constituido sin el voto de las colonias. Esta situación, produjo profundo malestar entre un grupo de mantuanos y criollos, quienes plantearon la necesidad de convocar un cabildo extraordinario a fin de discutir sobre los verdaderos acontecimientos y la urgencia de establecer una junta en Venezuela.

19 de abril de 1810. Cuadro del pintor Juan Lovera. Al dorso de esta pintura, el artista de origen pardo y testigo de los sucedido ese día, escribió: «Cuadro de la Revolución acaecida el 19 de abril de 1810 en la ciudad de Santiago de León de Caracas, ahora capital de la República de Venezuela…»

Llegó la hora de la insurgencia institucional

Había llegado la mañana del 19 de abril. Como todas las fechas religiosas del pasado, ese día, la ciudad se preparaba para los actos litúrgicos correspondientes a la celebración del Jueves Santo. Poco a poco la Plaza Mayor de la pequeña ciudad se fue llenando de personas alrededor de la Catedral, pero también las instalaciones del Cabildo. Algo distinto pasaba.

Eran las 8:00 de la mañana. Los criollos, representantes del poder político de Caracas, habían declarado un cabildo abierto. Emparan fue convocado al recinto y tras escuchar las razones y urgencias de tomar decisiones importantes, decidió seguir con las ceremonias del día en la Catedral. Sin prestar la verdadera atención a lo planteado se retiró del lugar.

Los planes seguían su marcha. Y sobre todo, cada protagonista, individual y colectivo, tenía noción de su papel ese día. Los grupos sociales que por mucho tiempo habían sido separados por la mentalidad colonial se habían aliado para dar la estocada al poder foráneo.

Retrato de Francisco Salias por el pintor Antonio Herrera Toro. Salias, el 19 de abril de 1810, desafió a la autoridad máxima de la Capitanía General al tomarlo del brazo y pedirle que regresara al Cabildo.

Al llegar al frente de la iglesia, el joven Francisco Salias enfrentó a Emparan y tomándolo por el brazo le exhortó a devolverse al cabildo. El Capitán General esperaba la reacción inmediata de su guardia de honor tras el irrespeto a la autoridad máxima, pero la orden del capitán de la compañía, Luis Ponte fue totalmente contraria y en vez de ir con las armas, pidió romper filas. Con este gesto, Emparan había entendido que no tenía el mando y la milicia tanto de blancos como de pardos se encontraba en insurgencia.

Pardos, mantuanos, pueblo y milicia

La participación popular fue crucial, pardos y mantuanos, civiles y militares se activaron para dar paso a la rebelión. La milicia de pardos y blancos seguía en la plaza, acompañada de un pueblo diverso a la espera de los acontecimientos.

Así, contra su voluntad Emparan regresa al cabildo. Nuevamente es informado de la necesidad de crear una junta soberana sin sujeción del domino extranjero, privando, como señala el acta del 19 de abril “…los derechos de la soberanía…”

Por otro lado, el cabildo impulsó un reordenamiento de su estructura. Incluyendo la representatividad popular con la inclusión de José Félix Ribas y José Cortés de Madariaga como representantes de los pardos y del pueblo respectivamente. La institución clásica del orden político colonial estaba cambiando.

Retrato del canónigo José Cortés de Madariaga. Fue una de las figuras principales de los eventos dentro de la reunión del Cabildo el 19 de abril de 1810

Emparan bajo la presión y con la intención de no perder el mando, solicitó presidir la nueva junta, pero ante la negatividad de los presentes, realizó un último intento de salvación. Decidió salir al balcón para preguntarle al pueblo su opinión sobre su permanencia en el mando, al dirigirse a la multitud congregada, el pueblo respondió de forma decidida: No lo queremos en el mando.

Mientras tanto, el capitán pardo de nombre Pedro Arévalo, junto a otros capitanes y las milicias a su cargo, apresaban a los altos funcionarios del poder español, entre ellos el intendente Vicente Basadre. Finalmente, depuestas todas las autoridades españolas, se conformó una Junta Suprema que si bien, se instituyó como Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII, tuvo como principio la reorganización política bajo la idea de autonomía y soberanía, teniendo como objetivo final el inicio de lo que más adelante sería la revolución independentista. Así lo reza el acta firmada ese día, que si bien no es un acta de independencia, expresa la voluntad del pueblo de asumir el poder político de forma autónoma.

Simón Sánchez/VTActual.com

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