Parece que las promesas de Trump en hacer a “EEUU grande de nuevo” se quedarán solo en eso, en promesas. Hasta ahora parece así, en especial en el tema del comercio exterior, donde no la ha ido tan fácil como presumía.
Donald Trump, presidente de EEUU, aseguró durante su campaña electoral que acabaría con el déficit comercial en su primer año de gestión, máximo en dos. Pero la historia es otra. La balanza comercial gringa aumentó sus números rojos el año pasado, al elevar su déficit hasta los 566 mil millones de dólares. Es el nivel más alto en nueve años y representa un incremento del 12,1% cuando se compara con 2016.
Los casos más complicados son China y México, paradójicamente los dos países con los que más se metió Trump durante la campaña. En el caso del país asiático, nada más habían pasado nueve meses y se superó el total del ejercicio del 2016. Al cerrar 2017, el déficit aumentó a 375.200 millones, 8,1% más que el año anterior.
Con respecto al país azteca, el desequilibrio creció un 10,5%, a un récord de 71.060 millones. Este total es el segundo mayor después de China y en un año se colocó por encima del registrado por Japón, de 68.800 millones, y el de Alemania, de 64.200 millones. La estadística refleja un negativo de 17.500 millones con Canadá, señala un artículo de El País.
Otros datos que llaman la atención son lo siguiente: Las exportaciones crecieron durante el primer año de Trump en la Casa Blanca, llegaron hasta los 2,3 billones de dólares. Pero las importaciones lo hicieron mucho más rápido, llegando hasta los 2,9 billones. La última vez que EE.UU. tuvo un mes con superávit en la balanza comercial fue hace 25 años. Todo esto en medio de una devaluación del dólar en más del 10%. Si Trump tuviese un jefe como él, seguro ya le hubiese gritado: ¡you’re fired!
JA