En Diciembre de 1992, Estados Unidos, México y Cánada firmaron el Tratado de Libre Comercio de América del Norte(TLCAN), con el supuesto fin de establecer un mercado de libre intercambio y desarrollo económico de las tres naciones, tras más de 20 años de su puesta en marcha, aún es bastante discutible ese «desarrollo económico»
De forma muy general, este tratado se estableció para que muchas empresas estadounidenses, migraran sus fábricas a México y Cánada, y de esta forma consiguieran mayores ganancias, debido a la mano de obra barata y la poca exigencia de impuesto en el país azteca y canadiense.
Pero no todo fue ganancia para Estados Unidos, porque si bien estas empresas empezaron a obtener un crecimiento económico altísimo con poca inversión, a su vez, éstos se fueron quedando con pocas industrias y producción en sus territorios, y por consecuencia, brindando pocas o nulas, ofertas de empleo.
Cada vez más y más empresas fueron migrando a estos dos países, haciendo que paulatinamente el índice de desempleo en estos países creciera, creando un descontento en ciudades historicamente industriales y productivos como Filadelfía, Detroit y Chicago.
Curiosamente, el presidente Donald Trump concentró mucho de su campaña política en el sector de trabajadores que se vieron gravemente afectados por la creciente migración de las industrias al país mexicano y canadiense. Esto se relaciona directamente con la inmigración de latinos que «arrebatan» de puestos de trabajo a ciudadanos estadounidenses.
Entre los grupos económicos que migraron se encuentran las grandes empresas de la fabricación de automóviles, como lo es GM, Ford, Volkswagen, Toyota y Hyundai. Recientemente, éstas transnacionales del automivilismo, enviaron un comunicado a la casa blanca en rechazo al posible abandono o cambio en las reglas, de este tratado por parte de los Estados Unidos.
Trump propuso en concreto un cambio en las reglas de origen que se aplican al comercio de coches, que establece los niveles de contenido regional que se requiere en los vehículos para poder cruzar las fronteras sin aranceles.
El TLCAN establece que el 62,5% de los componentes de los vehículos que circulan libremente por la zona, tienen que provenir de Norteamérica. EE UU plantea elevarlo al 85% y precisa, además, que el 50% del contenido deben ser fabricados en EE UU. Además añade una lista de trazabilidad que incluye materiales como el acero, el aluminio, compuestos plásticos y otros componentes esenciales.
La figura de Trump como empresario despiadado, muta a la de presidente que «desea lo mejor» para su país, es interesante cómo serán los acuerdos finales de estas negociaciones, debido a que este tratado en un gran negocio de muchas transnacionales y no se lo van a dejar arrebatar sólo porque un presidente quiere que produzcan y den más eoportunidades de empleo en territorio estadounidense.