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Opositores muestran nuevo síntoma de su incurable resentimiento, en un supermercado de Caracas

Corre la mañana fresca de un domingo normal en Caracas. La rectora principal del Consejo Nacional Electoral (CNE), Socorro Hernández, acude a un supermercado a hacer algunas compras, como cualquiera en un país libre. Olvida que quienes pregonan libertad, restringen la ajena.

Socorro Hernández es de hablar pausado, tiene un tono de voz dulce y una figura menuda. En un negocio, tal vez cerca de su vivienda, hace sus compras, cuando tres señoras muy acomodadas la agreden. De pronto, pierden la compostura, se desfiguran sus rostros, pierden la clase, el odio las transforma.

Le gritan ladrona, asesina, la rectora apenas responde. Para completar la agresión, los vigilantes del comercio se acercan, y cualquiera pensaría que sacarán a las mujeres que emprendieron la agresión, pero no, sacan a la agredida.

El odio ha sido inoculado lenta, pero eficientemente contra las autoridades del CNE, por ser expresión garantizada de lo que la mayoría de los venezolanos opinan. No obstante, la oposición siempre cuestiona el trabajo del CNE, a excepción de las veces que ha ganado (2 de 21) en 18 años.

Los opositores han hecho llamados al asedio a sedes del Poder Electoral, pero también a sus integrantes, han publicado en redes sociales sus direcciones e información privada, .

Pero el odio contra Socorro Hernández es de vieja data. Esta ingeniera venezolana fue considerada como una heroína por los venezolanos, pues era empleada de la estatal PDVSA durante el sabotaje petrolero del año 2002. Hernández no solo no se plegó al paro convocado por la dirigencia de la derecha en esa fecha, sino que logró descifrar los protocolos de Intesa, empresa norteamericana con la que manejaban la empresa petrolera desde EEUU y echó a andar la principal industria del país junto con otros compañeros leales al pueblo venezolano.

Lo más lamentable es que estos ciudadanos siguen por las calles de Venezuela y el mundo, gritando su odio contra los que son o se «parecen» a los chavistas, en la más completa impunidad.

JS

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