La vicepresidenta nicaragüense, Rosario Murillo, reiteró su deseo de paz y seguridad tras las violentas revueltas callejeras que desde mediados de abril azotan al país centroamericano y han acabado con la vida de al menos 194 personas, además de miles de dólares en daños a infraestructuras públicas y privadas.
«Tenemos derecho a la seguridad, a vivir en paz y a vernos como hermanos, a sentirnos como familia», sostuvo Murillo quien defendió el proceder del gobierno de su esposo, Daniel Ortega, y el respeto a la constitución.
En cambio, denunció que la oposición política que lidera las revueltas ha violado diversos derechos de los ciudadanos nicaragüenses, entre ellos, el derecho a la vida, al libre tránsito y a la educación.
Las fuerzas de seguridad lograron recuperar la movilidad en las vías que aún continuaban cerradas por los ultrosos, sobre todo en ciudades del noroeste de Nicaragua.
La oposición criolla y foránea, además de organismos internacionales, acusan al gobierno de Daniel Ortega de graves violaciones a los derechos humanos que comenzaron por las fallidas reformas a la seguridad social.
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