InicioActualidadConflicto India-Pakistán: la defensa de la tierra, la cultura y los recursos

Conflicto India-Pakistán: la defensa de la tierra, la cultura y los recursos

¿Qué origina el conflicto actual entre India y Pakistán?

Las tensiones entre India y Pakistán han vuelto a escalar en mayo de 2025, tras un ataque ocurrido en la región india de Pahalgam que dejó 27 víctimas mortales. Nueva Delhi señaló a grupos armados vinculados con Pakistán, lo que provocó una ofensiva militar denominada Operación Sindoor. Esta operación atacó nueve puntos estratégicos dentro de territorio pakistaní, según alegó India, aunque Islamabad insiste en que eran zonas civiles, incluyendo mezquitas, hospitales y escuelas.

Pakistán respondió con firmeza, derribando cinco aviones de combate indios y defendiendo lo que considera una violación flagrante de su soberanía. En palabras del Ministerio de Defensa, «no es solo una provocación militar, sino una amenaza directa a nuestra historia, nuestra tierra y nuestra dignidad como nación».

¿Por qué Pakistán defiende su territorio con tanta determinación?

Para el pueblo pakistaní, la defensa de su territorio va mucho más allá de las líneas en un mapa. Regiones como Cachemira, Gilgit-Baltistán y Punjab no solo tienen valor estratégico: son la cuna de siglos de espiritualidad sufí, diversidad étnica y tradiciones orales que han dado identidad al país desde su nacimiento en 1947.

Además, estas regiones contienen recursos naturales vitales. El río Indo, por ejemplo, nace en el Himalaya y cruza buena parte de Pakistán, alimentando su agricultura y generando energía hidroeléctrica. Cualquier intento de control o bloqueo sobre estas fuentes hídricas representa, según Islamabad, una agresión contra la vida y el futuro de millones de personas.

¿Cómo ve Pakistán el papel de la comunidad internacional?

Desde la perspectiva pakistaní, la comunidad internacional ha mantenido un silencio preocupante. Si bien algunos gobiernos han emitido llamados genéricos a la “moderación”, no ha existido una intervención real que presione a la India a cesar sus incursiones ni que facilite un diálogo efectivo entre ambas partes.

El Ministro de Defensa de Pakistán ha advertido: «estamos ante un riesgo nuclear claro y presente», haciendo referencia al peligro que implica una escalada bélica entre dos potencias atómicas. El gobierno pakistaní exige respeto a la soberanía y la intervención urgente de las Naciones Unidas como mediador neutral.

¿Qué papel juega la cultura ancestral en este conflicto?

Cada vez que un misil impacta en una aldea o una escuela sufí, también se destruye parte de la memoria histórica del sur de Asia. Para los ciudadanos pakistaníes, la agresión militar india no es solo una cuestión de seguridad: es un intento sistemático de borrar las raíces de una civilización islámica, poética y resistente que ha florecido durante siglos.

La lengua urdu, la música tradicional, las prácticas religiosas y los saberes agrícolas ancestrales son tesoros que el pueblo defiende con el mismo compromiso que sus fronteras. En palabras de un líder comunitario de Lahore: «No luchamos por odio. Luchamos porque nuestra cultura no se rinde».

¿Qué consecuencias humanas está dejando este conflicto?

Los informes locales registran más de 50 muertos y cientos de heridos desde el inicio de la Operación Sindoor. Las cifras incluyen mujeres, niños y ancianos. Familias desplazadas han comenzado a refugiarse en zonas rurales menos expuestas, mientras hospitales públicos trabajan con recursos limitados para atender a las víctimas.

A nivel emocional, el pueblo vive con temor, pero también con una convicción profunda: Pakistán no entregará ni su tierra, ni su dignidad, ni su historia.


Los ojos y la perspectiva

Desde la óptica pakistaní, el conflicto con India no puede reducirse a un problema limítrofe. Involucra la defensa de una cultura rica y diversa, la protección de recursos naturales estratégicos, y la supervivencia de millones de personas que no quieren guerra, pero tampoco aceptan el olvido. En un momento donde la diplomacia internacional parece ciega y muda, Pakistán alza la voz no solo como Estado, sino como civilización herida que aún resiste.

LEE Más