Una fotografía reciente del actual candidato opositor a la presidencia venezolana, Henri Falcón, trajo a la memoria una muy similar que ya anteriores representantes de la derecha criolla habían protagonizado en campañas electorales.
El candidato, capturado mientras salta un charco visible en el suelo, queriendo dar imagen por un lado de atletismo y por el otro de humildad, ante la mirada impávida de quienes sí padecen esos problemas viales a diario.
Lo hizo, y es la figura icónica de esta postal, Carlos Andrés Pérez. El mismo del paquetazo neoliberal a finales de los ’80, responsable de la matanza de miles de venezolanos en los eventos conocidos como «El Caracazo».
Luego Henrique Capriles, quien además de su reiterado golpismo y llamados a la violencia entre venezolanos en las calles, ha sido derrotado con regularidad en contiendas presidenciales contra el chavismo.
Ahora, Henri Falcón, quien ya tiene en su historial manchas por corrupción, traición y la poca credibilidad con la que cuenta en ambos movimientos políticos nacionales, carga a cuestas con la tradición más fetichista de la derecha: la de saltar el charco.
Las reacciones ante tal acción han sido variadas, pero hubo una que se hizo muy común en redes sociales. Por un lado, se le ha considerado como «empavado», de mal agüero, ese gesto.
Por el otro, y con mayor seriedad, los venezolanos se preguntan: ¿Qué pasaría si en lugar de saltar los charcos, se dedicaran a arreglar los huecos que los producen? La respuesta a esa pregunta, es esperada por el pueblo opositor, cansado de sus propios representantes.
JI