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Venezuela como objetivo: los peores momentos de la guerra contra el país en 2016

Se repite que el recién finalizado año 2016 fue muy difícil para Venezuela. Y es cierto, especialmente si se ahonda en los ataques sufridos por la nación sudamericana, tanto a lo interno como desde fuera de sus fronteras. ¿La intención? Acabar con el gobierno nacional, comandado por Nicolás Maduro.

Desde ataques económicos, intentos de desestabilización en las calles y el paramilitarismo, hasta golpes diplomáticos a escala continental, Venezuela volvió a ser objetivo de diversas formas de guerra, como cada año.

Para la mediática fuera del país, fue el año de la “crisis humanitaria” en Venezuela. Aunque este argumento se venía esbozando ya desde finales de 2012, la idea se afianzó internacionalmente durante 2016, con un significativo incremento discursivo y hasta giras de voceros de la oposición alrededor del mundo.

A poco de comenzado el año, la Asamblea Nacional emitiría la declaración de “crisis humanitaria” en el sector salud, y sería solamente el inicio de una dura campaña internacional, que tuvo como principal figura a Lilian Tintori, esposa del dirigente de Voluntad Popular, Leopoldo López.

Quizá la muestra más baja del montaje de este discurso sucedió en septiembre, cuando la fotografía de unos bebés recién nacidos colocados en cajas de cartón en un hospital del estado Anzoátegui dio la vuelta al mundo, como “prueba” de la “situación venezolana”. Luego se daría a conocer que, aunque cierto, el hecho fue un acto premeditado de una doctora de guardia, que además difundió la postal.

El Instituto Venezolano de los Seguros Sociales emitiría un comunicado informándolo, y señalando que había incubadoras disponibles durante ese turno, por lo que no se justificaba tal acción, realizada con fines políticos.

El golpe en el Mercado Común del Sur (Mercosur) al país que había asumido la presidencia pro témpore de dicho organismo representó un acto violatorio de gravedad en la diplomacia continental: Argentina, Brasil y Paraguay se juntaron para boicotear a Venezuela, negándole no solo ejercer la presidencia sino hasta la voz en dicho bloque regional.

La canciller de la República Bolivariana de Venezuela hizo acto de presencia en diciembre pasado en Argentina, para asistir a reunión de cancilleres del Mercosur, a pesar de haber sido convocada esta fuera del marco legal del organismo.

A las afueras de la cancillería argentina, dispuesta para tal encuentro, la policía intentó impedir el ingreso de Rodríguez, quien asistiera en compañía de su homólogo boliviano, David Choquehuanca, llegando uno de los efectivos a golpear a la representante venezolana. Ambos lograron ingresar, pero los cancilleres de Argentina, Brasil y Paraguay, se negaron a llevar a cabo la reunión.

La violencia política también tuvo sus momentos de lamentable protagonismo en 2016. Asesinatos selectivos contra dirigentes o personalidades vinculadas con el chavismo, además de la proliferación de grandes bandas de estructura paramilitar y sus acciones de terror en diversas comunidades apoyaron el relato internacional de que Venezuela es un país más violento que aquellos que viven conflictos armados.

En 2016 fue asesinada una dirigente comunitaria en La Vega, Caracas, como respuesta de bandas de la zona a las constantes denuncias que hacía. Elizabeth Aguilera, de 43 años, fue tiroteada y su cadáver –quemado posteriormente- fue abandonado en un vehículo en la vía pública.

También cayó en la puerta de su residencia el alcalde de La Ceiba, marcos Tulio Carrillo. Dos sujetos se le acercaron y propinaron ocho impactos de bala. Carrillo resultó electo como máxima autoridad local por el Partido Socialista Unido de Venezuela.

En marzo, la banda de El Topo cometió una masacre en el estado Bolívar: 17 mineros fueron asesinados en Tumeremo, municipio Sifontes. Dos meses después, en un enfrentamiento con efectivos policiales, El Topo, ecuatoriano llegado en 2002 a Venezuela, caería abatido por múltiples impactos de bala.

Su nombre real era Jamilton Andrés Ulloa, y aunque nació en Ecuador tuvo un pasado paramilitar en suelo colombiano, antes de arribar a nuestro país, donde en la zona de Bolívar inspiraba el miedo entre los mineros tan solo con su nombre. Este es solo uno de los casos de paramilitarismo y delincuencia a gran escala que se pudo conocer durante este año pasado.

Otro episodio de guerra vivido ya hacia finales de año, tuvo como objetivo el caos económico y, por ende social: comenzando el mes de diciembre, se ensayó el colapso del sistema de pagos por puntos de venta. Detrás de la operación estuvieron implicados directivos de la empresa Credicard, que maneja la mayor parte de esta plataforma.

El mismo día, una serie de ataques a la estatal telefónica y de servicios de internet, Cantv, pretendió vulnerar sistemas de Petróleos de Venezuela. Todo esto sucedió, como detalle “curioso”, el mismo día en que un ataque cibernético al Banco Central de Rusia finalizó con el robo de más de 30 millones de dólares.

JI

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