El poder que ejercen las redes sociales en la sociedad es innegable. Desde portales como Facebook, Twitter e Instagram, las personas logran comunicarse digitalmente con otras sin importar que tan lejos se encuentren. Según su función, los usuarios pueden intercambiar imágenes, videos, enlaces y textos relacionados a intereses particulares.
Sin embargo, más allá de sus múltiples beneficios, las redes sociales también se han convertido en un depósito cotidiano de odio que pasa inadvertido para la mayoría de la población, especialmente para los más jóvenes, quienes bajo la fachada del humor, alimentan de manera “inofensiva” estereotipos racistas y xenófobos en Internet.

“Solo es una broma”
El humor es una herramienta de liberación que permite tocar o sacar a la luz temas sensibles de una manera “socialmente aceptable”. Detrás de él se esconden opiniones que por lo general terminan por separar a las personas en dos grupos: los que piensan como yo y los que no. Y es allí cuando nace la función agresiva del humor, aquella que humilla y degrada al otro a través de la risa.
Este escenario es común en las redes sociales, en las cuales los “memes”, como imágenes humorísticas generalizadas, son el instrumento perfecto para la confrontación de ideas y de opiniones polémicas que terminan siendo de algún modo normalizadas por la población.
De esta manera, una persona que no es capaz de expresar en público comentarios racistas, clasistas o xenófobos —que pueden afectar su imagen ante los demás— encuentra en Internet el espacio ideal para compartir opiniones controversiales que a la larga se ven apoyadas por unos cuantos “likes” o “me gusta”.
Veamos algunos ejemplos:



Generación de odio
El contenido que se comparte en las redes sociales -aun cuando pretende no ser insultante-, puede influir en el comportamiento de las personas, tanto de forma individual como colectiva. Es importante señalar además, que los comentarios malintencionados no generan ningún tipo de denuncia cuando provienen de personas conocidas, por lo que el emisor muy rara vez recibe algún llamado de atención, perpetuando así el discurso de odio en la web.
En la actualidad, son varios los controles digitales que se comprometen a eliminar de Facebook, Instagram y Youtube cualquier contenido que ataque directamente a las personas por su raza, orientación sexual, religión, nacionalidad, discapacidad o género. No obstante, queda mucho por hacer cuando se trata de concientizar a las personas sobre lo que sí da risa y lo que no es más que odio disfrazado de humor.

Paola Pertuz/ VTactual.com