Las actuaciones de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos (U.S. Border Patrol), se ubican al borde de los derechos humanos desde el mismo momento de su concepción. Los episodios en los que su trabajo se convierte en una verdadera cacería de seres humanos, inundan las redes sociales como muestra de que no se trata sólo de excesos cometidos aleatoriamente, sino que responde a una política de Estado. Pero como todo en la vida, las cosas siempre pueden estar peor y durante el gobierno de #DonaldTrump, esta especie se ha confirmado.
Lugares como el punto fronterizo de San Ysidro, California, o el Centro de detención de migrantes en El Paso, Texas, se han convertido en verdaderos campos de concentración en los que los migrantes que vienen desde México y Centroamérica son encarcelados, separados de sus hijos y reciben tratos crueles y vejatorios por parte de los funcionarios del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE.UU. (I.C.E. por sus siglas en inglés).
Según las cifras oficiales que maneja el gobierno de EEUU, existen más de 600 centros de reclusión para migrantes en la zona fronteriza con México. Todos ellos son de empresas privadas, lo que significa que mientras más tiempo esté una persona detenida en esos centros de reclusión, más dinero ingresa a su administración. En pocas palabras, cazar migrantes y detenerlos es un negocio.
Desviar la atención es primordial
A los gobiernos de EEUU, a pesar de las provocaciones intencionales del señor #DonaldTrump, le interesa conservar su imagen intachable. Pese a ello los escándalos en los que se meten les sobrepasan y luego deben tratar de lidiar con ellos. Para esconder “la basura debajo de la alfombra”, han echado mano de cualquier estrategia, incluso las más bajas.
Durante la pasada operación en la que la I.C.E detuvo a centenares de migrantes, destacó la figura de la oficial Kiara Cervantes, una funcionaria de origen latino que llamó la atención de los medios por sus atributos. A Cervantes le hicieron abrir una cuenta en la red social twitter que ganó seguidores rápidamente y que luego cerró, para que mostrara su apoyo a las políticas migratorias de la Casa Blanca, tratando de desviar la atención sobre los campos de concentración donde sepultan en vida a sus iguales. La estrategia no les salió del todo bien esta vez.
El nuevo holocausto, protestas y denuncias
Miles de personas marcharon en diferentes ciudades de EEUU para rechazar la vergonzosa forma de tratar a los migrantes. Al grito de “cierren los campos de concentración”, “los niños no pertenecen a las cárceles” y “no somos nazis”, los manifestantes denunciaron los tratos crueles contra miles de migrantes encarcelados y hacinados en los centros privados destinados para tal fin.

La comunidad judía en EEUU se mantiene expectante ante la aparición de nuevos campos de concentración. «La definición de campos de concentración es donde se detienen personas que no son criminales por razones raciales o étnicas. Eso está pasando ahora, tenemos campos de concentración en Estados Unidos», dijo Mimi Rosicky, representante de esa comunidad que marchó con una estrella de David amarilla en su pecho.
RB