El boom de denuncias por abuso sexual que se ha desatado en los últimos años pone en evidencia una verdad ignorada por todas las instituciones sociales. Sacerdotes, maestros, familiares y jefes son señalados por sus víctimas y cuando éstas son menores, se suele calificar al agresor como pedófilo.
La pedofilia es un trastorno que consiste en la atracción sexual primaria o exclusiva hacia niños y niñas. La ligereza para calificar a un abusador como pedófilo, sin saber si padece o no un trastorno parafílico, nos pone en el riesgo de justificar al agresor. Las personas que cometen abuso sexual infantil son pederastas y no siempre padecen de pedofilia.
De manera que un primer mito se rompe: no todos los agresores sexuales de niños/niñas son pedófilos, algunos sufren de este transtorno, pero no todos los que sufren esta parafilia son agresores sexuales, mientras que los pederastas son las persona que abusan de su poder y/o jerarquía para someter sexualmente a alguien a quien pueden dominar.

El otro mito que se desata como nudo es la relación que se ha querido establecer entre homosexualidad, pederastia y pedofilia. De acuerdo a una investigación del Instituto de Psiquiatría de Clark, en Canadá, la pedofilia no está relacionada con la orientación sexual del individuo, el estudio más bien mostró que heterosexuales tienden a excitarse más que homosexuales al visualizar fotos de niños.
¿Inmunidad religiosa?
Pedófilos o no, los agresores sexuales tienen una ventaja ante sus víctimas, las instituciones que nos rodean los invisibilizan y en ocasiones los protegen. En el caso de la iglesia el derecho canónico establece como castigo para el agresor lo siguiente:
«El clérigo que cometa un delito contra el sexto mandamiento -actos impuros- (…) con violencias o amenazas, o públicamente o con un menor, debe ser castigado con penas justas«. Si la pena no se ha aplicado por edad o enfermedad, sera castigado «con una vida de oración y penitencia. No se le permitirá celebrar Misa públicamente o administrar sacramentos», hasta allí llega el clero para castigar a pederastas.
La iglesia tiene mucha experiencia en guardarse los numerosos casos de abuso
La iglesia ha sido la más experimentada en guardarse los numerosos casos de abuso sexual que suceden en sus templos. Cuenta con una estructura de poder que le permite resguardar a los agresores: un país propio, un gobierno propio y un presupuesto propio. Por ello la mayoría de los testimonios de víctimas del clero son invisibilizados, para proteger a la figura a la que se acusa.
El Papa, como máxima autoridad de esta institución, es la figura a la que se asiste para denunciar casos de pederastia en el clero, como si éstos tuvieran una visa que les salve del Estado y sus instituciones. El número de casos presentados ante juzgados y cortes era casi nulo, sin embargo en la última década las víctimas rompieron el silencio.
Se multiplican las denuncias
En abril de 2018 en Ecuador un cura fue sentenciado por violación a un menor de 5 años, el castigo de Roma: suspensión de sus responsabilidades espirituales. En Francia El arzobispo Philippe Barbarin, sigue ejerciendo a pesar de estar involucrado en casos de abuso sexual y en Costa Rica 4 casos de sacerdotes son investigados.

En Chile 80 sacerdotes fueron acusados de violación y en 2011 Fernando Karadima, sacerdote acusado de violación y condenado canónicamente a una vida de “penitencia y oración”, su encubridor fue promovido a obispo de Osorno. Por lo menos 167 casos de abuso se han contabilizado en este país, pero 11 fueron cerrados por traslado o fallecimiento del cura agresor.
En la reciente visita del Papa a Irlanda, país que en 2009 destapó 80 años de abuso sexual a 25.000 menores, el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, recordó que “las heridas siguen abiertas y hay mucho que hacer para traer justicia y verdad y curar a las víctimas (…) Debemos asegurarnos de que se pasa de las palabras a la acción”, inquirió el mandatario.
El polémico caso de John Geoghan en Bostón (EEUU), quien abusó de más de 100 niños arrojó datos del perfil de los infantes «escogidos» por los curas, la mayoría pobres, con alguna limitación física o de familias irregulares que buscaban apoyo en la fe y en los sacerdotes. Luego del escándalo en Boston más de 600 historias salieron a la luz. Hoy se cuentan más de mil sobrevivientes.
Italia. El caso de abuso sexual a niños sordomudos del Instituto Provolo -Verona- quedó impune, las víctimas fueron investigadas por sospechas de actuar «de mala fe”, reseña un informativo italiano. En la investigación se muestra a un cura acusado de agresión asumiendo los abusos como «juegos para divertirse un poco», además se muestran cartas enviadas y recibidas por Francisco en 2011, 2 años antes de ser nombrado Papa en el Vaticano.
¿La iglesia siempre lo supo?
En Pensilvania, más de 300 religiosos están involucrados en abuso sexual a más de 1.000 menores. Una investigación reveló que desde 1963 el Vaticano conocía esos casos “y se mostró tolerante». En Australia 7% de los curas entre 1950 y 2010 están implicados en abuso sexual, pero la Conferencia Episcopal australiana dice que mantendrá el secreto de confesión en casos de pederastia.
Aunque la depredación sexual por parte de sacerdotes eferveció en la gestión del Papa Francisco, no es nuevo el encubrimiento pero Francisco es el señalado por sus propios hermanos religiosos. El arzobispo Carlo María Viganò, dice haberle informado sobre abusos a seminaristas por parte del exarzobispo de Washington, Theodore McCarrick, desde 2013, año en que fue elegido como Papa.
Las acusaciones fueron respondidas por el cardenal, António dos Santos Marto, quien asegura que todo se trata de “una campaña de los ultraconservadores”. Al respecto El Papa Francisco dijo: “Cuando haya pasado el tiempo y ustedes (periodistas) tengan sus conclusiones, quizá hable”.
El Papa pidió perdón a las víctimas y para los acusados de abuso sexual, misericordia y evitar “juicios mediáticos” apresurados. “Nadie es malo si no se prueba”. Insistió el líder de la institución religiosa más poderosa del mundo y que funge de embajada de Dios en la tierra.
EC
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