En Jamaica, con casi 3 millones de habitantes, se contabilizan hasta ahora 556 casos confirmados de Covid-19, de ellos 238 personas se han recuperado y 9 han tenido un desenlace fatal.
Es decir, estadísticamente la tierra de Bob Marley, cuna del movimiento rastafari y del consumo de marihuana con intención ritual además de recreativa, tiene un comportamiento similar al de cualquiera de los países del orbe en torno a la prevención y combate del virus que tiene loca a la humanidad.
En síntesis, aunque en Jamaica se fume el monte parejo, no son concluyentes las pruebas empíricas que anuncian que el cannabis sirve para combatir el mal, así todos los marihuaneros que uno conoce nos juren lo contrario.

Opciones como monte
Hipótesis redentoras para frenar el Coronavirus han surgido desde todos los frentes, científicos y pseudocientíficos: desde el guarapo de saúco, jengibre, toronjil y pimienta del doctor venezolano Sirio Quintero, hasta la nicotina que vienen promoviendo unos investigadores franceses.
Por ahora, lo más cercano a una respuesta farmacológica ha surgido a partir de la iniciativa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y su proyecto «Solidaridad», destinado a evaluar los tratamientos más prometedores.
Hay infinidad de centros de investigación en todo el mundo que intentan conseguir remedios, o una cura definitiva, como la falsa vacuna que se publica cada cierto tiempo a través de las redes sociales y que promete la sanación total, sin embargo nunca aparece.
Por ahora, el único medicamento admitido parcialmente por la OMS (aunque sin estudios concluyentes) es el Remdesivir, un antiviral patentado por la farmacéutica Gilead que fue usado contra el ébola sin resultados muy esperanzadores, pero que al parecer ha logrado buenos efectos en pacientes con Coronavirus en etapa temprana.
Igual que el Interferón alfa 2-B, otro antiviral que se usa en Cuba y Venezuela como medida preventiva, sin constituir nunca una opción de cura definitiva.
Lo mismo aplica para los medicamentos contra la malaria, cloroquina y uno de sus derivados, la hidroxicloroquina, que al parecer pueden tener propiedades antivirales y de ayuda al sistema inmune, pero nunca ingiriéndola, como aseguró el mandatario norteamericano Donald Trump, como si fueran caramelos.
La respuesta desde Canadá
Desde Canadá, un grupo de científicos encabezados por el experto en cannabis medicinal, doctor Igor Kovalchuk, sostiene que algunas sustancias de la droga psicoactiva pueden actuar como la nicotina de los galos, reduciendo la capacidad del virus de entrar en las células del pulmón, en el que se asienta, se reproduce y se propaga.
El profesor de Biociencias de la Universidad de Lethbridge (Alberta) anunció recientemente que sus hallazgos provienen de los estudios que se han hecho del efecto del cannabis sobre la artritis, la enfermedad de Crohn, el cáncer y otros.
Ojo, tampoco se trata del cripy que te vende tu “dealer” de confianza en una esquina de la estación del metro de Bellas Artes el que está llamado a salvar a la humanidad del virus. Son cepas de cannabis sativa especialmente desarrolladas en laboratorios las que, según los resultados de las investigaciones, impiden eficazmente que el virus entre en el cuerpo y se desarrolle.
“El Coronavirus necesita un ‘receptor’ para entrar en una célula. Este receptor se conoce como ACE2 (Enzima Convertidora de Angiotensina II), el cual se encuentra en el tejido pulmonar, en la mucosa de la boca y la nariz, en los riñones, en los testículos y en el tracto gastrointestinal”, explica el artículo científico publicado en la página oficial de la universidad el pasado abril.
El equipo de Kovalchuk ha podido determinar que es posible que los cannabioides dificulten ese acceso debido a la ausencia de la ACE2. Es decir, el huésped sería entonces menos vulnerable al virus pues si no hay receptor en el tejido, el virus no puede ingresar.
“Dada la grave situación epidemiológica actual y en rápido desarrollo, se deben considerar todas las oportunidades y vías terapéuticas posibles”, añade Kovalchuk en la publicación. “Nuestro equipo de investigación busca activamente asociaciones para realizar ensayos clínicos”.

No es que desde ya se va a poner a fumar
Antes de ser ilegalizada en casi todo el mundo y llevar encima el peso de la condena sanitaria y moral (que como se ha denunciado por distintas vías, obedece más a intereses inconfesables que a sus verdaderos perjuicios), la marihuana era usada con absoluta normalidad para efectos rituales, terapéuticos y medicinales en distintas sociedades de Asia y Europa.
Actualmente, se aplica de manera controlada con efectos satisfactorios, en pacientes con esclerosis múltiple, glaucoma, dolores crónicos, epilepsia, anorexia, esquizofrenia, náuseas,entre otros.
El avance de sus posibles resultados óptimos frente al Coronavirus, debe superar una gran cantidad de protocolos científicos, pero, además, toda la caracterización social que la sataniza al estigmatizarla como droga ilícita y peligrosa, escala para drogas más duras, por lo que no parece llevar un camino fácil.
No obstante, Kovalchuk y su equipo no trabajan solos. Con él, está el brazo académico de la universidad canadiense y el financiero, gracias a los laboratorios Pathway RX, una compañía de investigación enfocada en el desarrollo de terapias personalizadas para el cannabis, y Swysh, otra empresa orientada en la investigación y el desarrollo de los cannabinoides, es decir, el aparataje de las patentes científicas que a la larga tienen más fuerza en los lobbies de poder, que cualquier legislación vigente.
Los resultados han demostrado que el cannabis tiene el potencial para convertirse en una agregado útil y seguro para al tratamiento del Covid-19. De hecho, se habla de que podría usarse para desarrollar tratamientos preventivos en forma de enjuague bucal o productos para hacer gárgaras para uso clínico y doméstico.
Pero, por ningún lado se dice que desde ya se puede empezar a fumar.
Marlon Zambrano/VTactual.com