Hace más de 200 años el Libertador Simón Bolívar nos increpaba desde su discurso en el Congreso de Angostura con su frase: “Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza”, y remataba: “un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción”. De aquellas sabias palabras muy poco o nada hemos aprendido por estas latitudes que él liberó a caballo, en las que hoy los “fake news” parecen gobernarnos a sus anchas.
Un estudio realizado por la empresa de ciberseguridad Kapersky y la consultora latinoamericana Corpa, determinó que en pleno auge y dominio de las noticias falsas, un 70% de los latinoamericanos no sabe detectar o no está seguro de reconocer un “fake news” cuando consulta una información en Internet.

El estudio fue realizado en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú, en la que los últimos resultaron mayoritariamente afectados por la penetración de noticias engañosas. Perú, con 79%, es el país que menos puede identificar un “fake news”, seguido por los colombianos con un 73%, los chilenos con 70%, los argentinos y mexicanos con 66% y por último los brasileños con 62%, datos muy valiosos para quienes manipulan a través de los medios de comunicación.
Otro dato escandaloso de este estudio, es que 58 % de los peruanos no se molesta en cuestionar las informaciones que circulan en la web, seguidos de 47% de los colombianos y un empate con 42% para los chilenos, argentinos, mexicanos y brasileños. Lo más alarmante de este trabajo es que dos tercios de los consultados manifestaron que se informan diariamente a través de redes sociales.
Las víctimas de los “fake news” (Consecuencias)
Aunque el estudio no se realizó en Venezuela, pese a su alto volumen de uso de redes sociales, este país tiene décadas convertido en un laboratorio de noticias falsas, lo que ha ocasionado trastornos sociales irreversibles en algunos sectores de la población como despuntó en el caso de las guarimbas de 2017 . El psicólogo venezolano Fernando Giuliani, dijo que esta comunicación “genera zozobra, incertidumbre, temor, angustia y ansiedad. Es un bombardeo permanente que genera fatiga psicológica”.
El psicólogo estadounidense Gordon Pennycook, opina que “quién se cree las noticias falsas… están determinados mucho más por la pereza cognitiva que por el razonamiento partidista”.
En la escena venezolana hemos visto reacciones desproporcionadas que nos llevan a pensar en los daños severos que los “fake news” pueden ocasionar en un sector vulnerable de la población. Recordamos a quienes prendieron fuego y apuñalaron a un joven por «parecer chavista«, a una señora defecando en mitad de una marcha, algunos manifestantes arrojando excrementos a las autoridades, un joven que se desnudó en la vía pública para subirse a una tanqueta de la Guardia Nacional o la moda de enseñarle los senos a los efectivos de orden público.
Hechos como estos no constituyen un comportamiento socialmente sano. Según el psicólogo Ángel Riera la exposición continua a este tipo de informaciones falsas lleva innegablemente a la irracionalidad. “Cuando tú induces una falsa percepción de la realidad, tienes una distorsión de pensamiento, una distorsión de la emoción y obviamente una conducta inadaptada. Este sobre estímulo de odio ha hecho que la oposición termine actuando de forma impulsiva e irracional. Estamos frente a un nuevo fenómeno social que yo le llamo psicosis colectiva”, opina.
Reconociendo un “fake news”
Cuando aparecieron los primeros diarios, la gente confiaba en lo que ellos decían. Con la aparición de la radio y la televisión la “verdad” tuvo sonido e imagen. “Si salió en televisión tiene que ser verdad”, decían las antiguas generaciones crédulamente. Hoy sus descendientes se aferran al internet y las redes sociales como la panacea de la desinformación, por lo que compartir cualquier dato que les viene a las manos, parece un acto compulsivo.
Para evitar formar parte de esa masa manipulada y somnolienta, que los psicólogos reconocen como “perezosos” por no confirmar la información que consumen es preciso:
- Consultar fuentes seguras que sean oficiales
- Desconfiar de informaciones sensacionales o que parezcan “demasiado buenas para ser verdad” (probablemente no lo sean).
- Contrasta las informaciones confirmándolas en medios de distintas tendencias.
- Evitar hacer clic en enlaces dudosos
- Evitar revelar información personal.
Se debe ser cauteloso y responsable con los contenidos que se comparten, ya que muchos de ellos pueden contener información falsa o tendenciosa, que a la postre influirán de manera negativa en la opinión pública.
Randolph Borges/VTactual.com