En el pasado venezolano, como en la mayoría de los países de Nuestra América, la consolidación de una identidad nacional, pero sobre todo, de un sentimiento nacional, estuvo directamente vinculado al desarrollo de una serie de rituales y ceremonias que tomaron en su esencia, elementos populares para su oficialización.
A fines del siglo XIX, la canción patriótica Gloria al Bravo Pueblo, pieza musical que surgió en el fragor del proceso revolucionario de los años 1810 y 1811, fue tomada por el Estado para institucionalizar un sentir popular que por décadas, consideró a esta composición musical como “Canto Nacional de Venezuela”.
Así, el 25 de mayo de 1881, durante el segundo gobierno del presidente Antonio Guzmán Blanco, se decreta que la canción patriótica Gloria al Bravo Pueblo, se convierta en Himno Nacional de Venezuela. A partir de este momento, se oficializa uno de los símbolos fundamentales de la nacionalidad.

La revolución de 1810 y el origen del himno nacional
El origen del himno nacional se remonta a los albores de la revolución independentista. Específicamente al año 1810, momento crucial para el pueblo venezolano, quien, cansado del sistema colonial, protagonizó un movimiento insurgente que no tendría marcha atrás.
La Revolución de Caracas, como fue catalogado aquel suceso escenificado por mantuanos y pardos el 19 de abril de 1810, significó el inicio de un nuevo camino para la edificación del anhelado sistema republicano. En este contexto, la música jugó un papel fundamental.
La música y especialmente, un grupo de compositores y ejecutantes, abandonan los espacios engalanados y mayoritariamente litúrgicos, para cumplir una función política concreta, incorporándose así, al género de la canción patriótica.

Es así como en las investigaciones históricas realizadas durante muchos años, diversos autores señalan que el origen del Himno Nacional está presente dentro del en torno insurgente de aquel Jueves Santo de 1810. Sus basamentos se circunscriben a las fuentes testimoniales de la época.
Uno de ellos, es el informe del intendente Vicente Basadre, funcionario de la Real Hacienda, quien señaló en julio de 1810 lo siguiente: “...lo más escandaloso fue que en las canciones alegóricas que compusieron e imprimieron de su independencia, convidaban a toda la América española para hacer causa común…”
Otra fuente citada por los diversos autores, es el texto escrito en 1811 por el canónigo, José Cortés de Madariaga. En sus narraciones de viajes que tituló Diarios y Observaciones, refirió: “...su inclinación le obligó a tomar la flauta, para ejecutar la canción de Caracas, Gloria al bravo Pueblo, etc… y al resonar el suave instrumento unieron sus voces los que sabían la letra, e hicieron sentir los ecos de la libertad…”
Un decreto que formaliza la tradición
Durante el llamado Quinquenio (1879-1884), el gobierno de Guzmán Blanco asumió una profundización en su política nacional. Con la idea de fundar bases sólidas para la reformulación del proyecto nacional, generó una serie de obras en materia legislativa, civil, económica, migratoria y sobre todo en la concreción de una verdadera identidad nacional vinculada a sus raíces históricas republicanas.
Bajo este precepto, se inserta el decreto de 1881 que convierte la canción patriótica en himno nacional. En su primer considerando establece el objetivo fundamental de esta decisión: “Que debe perpetuarse en la memoria de los venezolanos todo lo que en la época de nuestra emancipación política contribuyó a la realización de sus triunfos.”
Si bien, la aparición de diferentes ediciones y versiones del Gloria al Bravo Pueblo ha generado polémicas en las investigaciones a lo largo de los años en cuanto a su autoría real, la misma ha sido atribuida a los músicos Vicente Salias y Juan José Landaeta en letra y música respectivamente.
A partir del decreto de 1881, el Gloria al Bravo Pueblo, más que un himno, se convirtió en un emblema movilizador de la conciencia nacional. Un símbolo que fortalece la conexión entre el pasado y el presente, contribuyendo a la edificación de un referente de orgullo para la población venezolana.
Simón Sánchez/VTactual
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