En el reino de España, el Gobierno de coalición tiene una voluntad tan férrea como una pirámide de malvaviscos. Pretende mostrarse fuerte pero, en el fondo, a la centro-izquierda del PSOE-Unidas Podemos le importa mucho el qué dirán… Sí, el qué dirán los partidos de la derecha, los de la ultraderecha y los inquilinos de la Zarzuela (Felipe y Letizia).
Ya les repercutió lo que VOX expresó sobre la visita del venezolano Juan Guaidó, el coro que hicieron los del PP, la presión de los medios, y mandaron a Arancha González Laya, la ministra de Exteriores, a recibir al autoproclamado para no hacerle el feo, pero sobre todo para cumplirle a la Unión Europea, a los grupos del poder fáctico y a los partidos de la oposición, que parecieran tener un puesto en el gabinete.
En el caso de la situación con Cataluña, no ha sido diferente. Y en esta ocasión, la Generalitat ha hecho la denuncia: al Gobierno central le faltan co… (coraje) para cumplir con una de sus controvertidas promesas electorales, entablar el diálogo con la comunidad autónoma.

A pedido de la derecha y la ultraderecha, “quienes están en contra de la democracia”, ha decidido abandonar la negociación sobre una nueva mesa de partidos para hablar de la situación política regional. Le “falta valentía”.
Posturas muy marcadas
Durante una rueda de prensa, el vicepresidente del Gobierno catalán, Pere Aragonès, y la consejera de la Presidencia, Elsa Artadi, lamentaron la postura de Pedro Sánchez, luego que su vicepresidenta Carmen Calvo afirmara –dicen que falsamente- que las fuerzas independentistas rechazaron sus propuestas, y que de paso siguen exigiendo un referendo de autodeterminación “contrario al marco constitucional”.
Artadi reiteró que, desde su llegada a la Moncloa, Sánchez echó mano de la retórica al apostar por una “respuesta política al problema político” catalán, pero al momento de pasar a la acción, recula, no concreta.
Es que en la comarca pesan más las “presiones del nacionalismo español de derecha y de extrema derecha” que hace convocatorias para manipular a la opinión pública, como la movilización organizada en Madrid por el Partido Popular, por Ciudadanos y por los de Abascal contra el independentismo (o más bien contra la postura del Gobierno ante el independentismo).
Aragonès, por su parte, asegura que el Gobierno catalán “seguirá sentado” en la mesa de negociación esperando que los socialistas vuelvan por una “solución dialogada, negociada y democrática” para Cataluña, sin que ello signifique renunciar a sus deseos de autodeterminación.
Diálogo, ¿un fracaso ya cantado?
Desde principios de mes, incluso antes de la primera reunión entre Quim Torra y Pedro Sánchez, la ministra María de Jesús Montero ya consideraba que los contactos con la Generalitat no darían frutos a corto plazo.
De hecho, a través de la prensa española, la portavoz del Ejecutivo pretendía rebajar las expectativas a corto plazo, que se habían creado tras lo pactado en enero pasado entre el PSOE y Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) para dar luz verde a la investidura de Sánchez. Expertos analistas aseguran que esa actitud responde a las presiones políticas opositoras…
No obstante, el Jefe de Gobierno ya ha dicho que desea reunirse nuevamente este mes, aunque no ha dicho qué día, y lo hará con 43 cartas (exigencias) sobre la mesa, entre ellas no mencionar autodeterminación ni consulta o referéndum alguno a cambio de impulsar la “regeneración democrática”, la financiación autonómica, mejorar la cooperación, la política social, los servicios públicos, las infraestructuras y la asistencia ante catástrofes naturales. También promete la exhumación de las víctimas del franquismo.

Por tal razón, algunos ya hablan de la necesidad de un mediador entre los gobiernos español y catalán, mientras el Presidente de Gobierno tranquiliza a los de su partido con la promesa de acabar con la “polarización” y de reforzar el “reencuentro”, porque el “no diálogo es la no política” y “una democracia fuerte es una democracia que dialoga”. Pero del dicho al hecho…
FF/VTactual.com
La derecha española y Sánchez intercambian acusaciones por Cataluña