Para atacar nuevamente a Venezuela, el vicepresidente de Colombia, Óscar Naranjo, revitalizó mediáticamente la supuesta existencia de un cartel de la droga que funciona en la estructura militar de la nación bolivariana, nombrada como el Cartel de los Soles.
Entre las afirmaciones del general retirado, acusó que “Venezuela es una ruta grande de exportación” de estupefacientes, a la vez que expuso su deseo de que “la justicia internacional” procese a la supuesta organización criminal. Éste añadió: “desde hace años maneja el tráfico de cocaína a gran escala”.
Sin embargo, como ya ocurriera en otras ocasiones en las que se ha hecho referencia a dicha organización, Naranjo no presentó ni mencionó pruebas que respalden sus acusaciones; incluso el general llegó a reconocer en la entrevista que no tiene evidencias concretas de la existencia del virtual cartel.
En 2015, Leamsy Salazar, quien formara parte del equipo de seguridad del dirigente del Partido Socialista Unido de Venezuela, Diosdado Cabello, acusó a éste de liderar el Cartel de los Soles, cuyo organigrama dependía de la jerarquía militar venezolana, y pasó a ser testigo protegido por Estados Unidos.
El tráfico de drogas ha sido una de las matrices a través de las cuales se ha atacado más a las autoridades de la Revolución Bolivariana. Desertores de varios períodos distintos han pasado a la protección de testigos de la DEA, acusando a voceros del alto gobierno venezolano, aunque cada acusación ha carecido de respaldo. Lo que sí abundan son las manifestaciones públicas de la ONU que certifican a Venezuela como un país libre de cultivo de sustancias psicotrópicas, a diferencia del país neogranadino, el mayor productor de cocaína del mundo.
JI
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