Europa sigue de fiesta porque las cuatro mejores selecciones del casi finalizado Mundial Rusia 2018, son europeas, con lo que exhiben al mundo no sólo su poderío deportivo, sino una supremacía que se viene confirmando desde hace cuatro mundiales atrás, en los que se han impuesto sólo equipos del viejo continente.
Pero cuando nos ponemos a revisar cuidadosamente las plantillas de cada uno de estos combinados, nos encontramos con aspectos que van más allá de la “pureza de sangre” o el “orgullo europeo”. La mayor muestra del «gran favor» que las migraciones le han hecho al fútbol europeo, la representa Francia, donde resaltan nombres con apellidos nada galos, como Dembélé, Mbappé, Kante, Kimpembe o Sidibé. De los 23 convocados a Rusia 2018, al menos 15 son de origen africano o asiático.

Resalta el caso de Ousmane Dembélé, que es una mezcla de familia senegalesa, mauritana y maliense. El jugador revelación de la selección francesa es Kylian Mbappé, cuya ascendencia es camerunesa y argelina. En el centro del campo galo destaca el espigado Paul Pogba, de padres guineanos. Con algunas variaciones en el uniforme, el equipo francés bien podría pasar por cualquier selección africana.

En Bélgica la situación no es muy diferente. Los diablos rojos que eternamente exhibieron jugadores rubios en sus selecciones, ahora disfrutan del aporte que a sus colores han hecho jugadores de raza negra. Marouane Fellaini, una de sus principales figuras, es de origen marroquí; la familia del delantero Romelu Lukaku, llegó a Bélgica desde el Congo, al igual que la del defensa Dedryck Boyata; Mousa Dembélé tiene sus orígenes en Mali y la ascendencia de Yannick Carrasco es portuguesa.

Los británicos también disfrutaron de la “migración buena” y con un equipo muy joven llegaron hasta semifinales, algo inesperado para su propio cuerpo técnico. El nombre completo de su estrella Delle Allí, es Bamidele Jermaine Alli, y es hijo de un príncipe yoruba en Nigeria que lo abandonó cuando era un niño. La historia de este centrocampista es la comidilla de la prensa británica, que exalta los valores de la familia inglesa que lo adoptó y pone bajo la alfombra su origen africano.

Raheem Sterling nació en Jamaica y se nacionalizó inglés tal como también lo hizo el defensa Ashley Young; Danny Welbeck es de origen ghanés y Fabian Delph nació en Guyana y hoy es ciudadano británico. Otros jugadores como Danny Rose o Marcus Rashford, ya son producto de migraciones africanas a Inglaterra desde hace varias generaciones.
Después de todo, la supremacía europea en el fútbol depende del cristal con que se mire.
El racismo croata
De alguna manera varios jugadores de la selección de Croacia demuestran con un nada sutil orgullo, cuál es la política del resurgimiento del fascismo en el viejo continente. Las redes sociales están llenas de videos en los que los seleccionados por Zlatko Dalic realizan cantos fascistas como el que entonaron tras vencer a Argentina 3-0.
https://twitter.com/aschapire/status/1010564010125733888
El defensa croata Domagoj Vida, podría ser multado por grabarse entonando canciones antirrusas luego de la victoria de su selección contra los anfitriones.
FIFA evalúa sancionar con dos partidos al croata Vida por decir "gloria a Ucrania" luego del triunfo por penales ante Rusia. En el video aparece Ognjen Vukojevic, excompañero en Dynamo Kiev.pic.twitter.com/v7dLx6RVzv
— Sebastián Purgart (@sebapurgart) July 8, 2018
La presidenta de Croacia, Kolinda Grabar-Kitarovic, es famosa por sus respetables curvas a sus 50 años, por sus celebraciones nada ortodoxas tras cada gol de la selección de su país y por declarar públicamente que su boleto a Rusia lo había pagado de su bolsillo. Sin embargo, la prensa no se ha enfocado en la orden que ella dio para expulsar a los refugiados sirios de su país, o de las restricciones a las minorías gitanas a su derecho a la salud.

Pero volviendo a lo deportivo, la selección croata ya fue sancionada por la FIFA en 2015 debido a los cantos racistas de sus hinchas durante un juego contra Italia, y en 2013 el jugador Josip Simunic, fue multado con 3.500 euros por pedir al público, micrófono en mano, que coreara cantos nazis que datan de la Alemania de Hitler. Al jugador se le suspendió por 10 partidos y se perdió ir a Brasil 2014.
El tema enfrenta claramente la doble moral europea frente al tema de las migraciones. Mientras sus gobiernos avanzan a zancadas en armar férreas políticas migratorias, la práctica demuestra que cuando les conviene, los pueblos del sur seguimos aportando la mano de obra especializada para que se sigan llenando de gloria, aunque ésta se encuentre muy lejos de ser merecida.
RB