Como ya Roxana o Roxanita, diminutivo que por cariño le decían sus padres– comenzaba a comprender que ir al ginecólogo era algo normal, decidió adelantarse a su cita y no esperó a que su papá saliera de la junta que tenía en el trabajo para acompañarla. “Ya soy una mujer, tengo 17 años, yo puedo ir sola”, pensaba, pues en dos ocasiones había asistido con sus padres a aquel consultorio de paredes blancas, cortinas azules y aire frío que circulaba en la habitación, situada al pasar la recepción de la oficina, en un edificio de la urbanización Los Caobos, en Caracas.
Su padre llegó apresurado y sudoroso por el trajín del Metro, pero al preguntar a la recepcionista por su hija, esta le indicó que ya estaba en consulta y que no podía pasar. Más de una hora esperó sentado en los asientos de metal en la recepción.
Por fin se abrió la puerta del consultorio y vio salir a su hija, pálida, temblorosa, y como si se resistiera a romper en llanto. Más atrás venía Manuel Enrique Arias Briceño, vistiendo su bata blanca, quien se sorprendió al ver al papá de Roxanita afuera y se convirtió en un manojo de nervios; le dijo a la recepcionista que habían terminado la jornada y sin más cerró la puerta de un solo golpe.

La adolescente no abrió la boca sino para decirle a su padre que debía ir a la universidad, que tenía una clase importante, pero él sabía que algo andaba mal, ya que no quería ni caminar a su lado y veía a todo el mundo como si le produjera asco.
Más tarde, la adolescente volvió a su casa con dos amigas. Una de ellas le dijo al señor que Roxana tenía que contarle algo y en ese momento la joven rompió a llorar y le confesó a su papá lo sucedido; su ginecólogo la había violado. Un interrogatorio sobre sexualidad dentro de aquel consultorio, sin acceso a enfermeras o acompañantes de confianza, fue el preludio del acto atroz.
De inmediato formularon la denuncia en el CICPC y se inició la investigación. Arias fue llevado a juicio y sentenciado a 17 años y seis meses de cárcel. Estuvo detenido en El Rosal y preso en Uribana y Puente Ayala, pero se libró de pagar por completo su condena.
Giro inesperado
Pasados ya cuatro años de haber dictado la sentencia, la juez a cargo del caso decidió irse del país. Presurosa por cerrar los casos que le competían antes de marcharse, pasó por alto cargar en el sistema del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) la información del caso de Roxana.
Este último detalle fue crucial para Arias, a quien luego de varios intentos le aceptaron una apelación en la Sala de Casación del TSJ, donde decidieron retrotraer el juicio.
Más tarde, el nuevo juez le dio medida sustitutiva de libertad al doctor Arias mientras se reinicia nuevamente el proceso, pero en ningún momento le prohibieron ejercer su profesión, pese a lo sucedido.
El médico que una vez fue hallado culpable por aquel delito, reinició sus labores como ginecólogo en un consultorio frente al Hospital Clínicas Caracas.
Recomendaciones generales
> Niñas menores o adolescentes nunca deben acudir a una consulta ginecológica sin su representante.
> El médico ginecólogo debe ir especificando a la paciente todo lo que le va a hacer y por qué tiene necesidad de hacerlo.
> Si nota alguna actitud extraña o un accionar anormal por parte del médico, es preferible que desista de la consulta.
> Trate, en la medida de lo posible, de que su ginecóloga sea del sexo femenino y de confianza.
> En caso de que ocurra una violación no debe lavarse sus partes íntimas ni cambiarse de ropa. Debe ponerse en contacto de inmediato con el Ministerio Público o el CICPC y formular la denuncia.
Canas, profesión y antiética
Alba Carosio, de la agrupación La Araña Feminista, recordó que hace varios años hubo un caso similar con una joven que quería interrumpir su embarazo y el médico especialista abusó de ella, amparado en que la jovencita no diría nada, ya que sería comprometerse toda vez que ella también estaba cometiendo un acto ilegal.
Sin embargo, en aquella ocasión la muchacha se lo comentó a unos familiares y decidieron formular la denuncia y el galeno fue detenido.
En esa oportunidad, durante el juicio salieron a la luz otros casos similares ejecutados por el mismo médico, quien se aprovechó de pacientes jóvenes que habían acudido solas a consulta, solo que estos casos no habían sido denunciados oportunamente por temor por parte de las víctimas. El médico seleccionaba mujeres que tuvieran necesidad de interrumpir sus embarazos, a fin de ampararse en la impunidad.
En este sentido, Alba Carosio señala que una de las maneras de evitar que este tipo de situaciones ocurran es que las niñas y adolescentes nunca vayan solas a una consulta médica, y menos aún ginecológica, sino que se hagan acompañar por su madre, una hermana o una tía, que incluso tengan acceso al consultorio y no se vean en la obligación de quedarse esperando del lado de afuera, a fin de que se garantice que la práctica médica sea la correcta.
Esta recomendación de Carosio es aplicable incluso para mujeres de avanzada edad. “El abuso termina siendo el mismo. El victimario, en este caso, el médico, se aprovecha del estado de indefensión y vulnerabilidad de su víctima, sea porque es una niña o adolescente o porque es una mujer mayor”.
Recordó que existe un caso reciente ocurrido en el estado Yaracuy sobre un profesor de un liceo que envolvía y manipulaba a las liceístas para tomarles fotografías desnudas que luego subía a internet, amenazándolas a fin de que no dijeran nada. Fue un escándalo en la región y finalmente las autoridades acaban de ponerlo preso.
http://ciudadccs.info/punto-quiebre-error-protocolo-judicial-le-devolvio-la-libertad/