Entre las muchas complicaciones que ha traído a nuestras vidas la pandemia del Covid-19, está la educación de los niños, niñas y adolescentes. Si bien en Venezuela muchos estudiantes pudieron proseguir sus actividades a distancia, se vislumbra otro escollo en el camino justo cuando nos aproximamos a los días finales del período escolar 2019-2020: se trata de la promoción de grado.
Lo que debería ser un momento de celebración, lleno de actos culturales y académicos, de festejo y parafernalia, este año pasará por debajo de la mesa debido a las comprensibles medidas de seguridad y salubridad dictadas por el gobierno nacional en atención a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud.
Si bien para nosotros los padres la situación implica un nada despreciable ahorro en el presupuesto familiar, para los niños puede traer algunos desajustes que debemos acompañar de la mejor manera.
Un avance inusual
Mientras más adelantado en edad está un niño, más probabilidades habrá de que sea afectado de alguna manera por este atípico fin de año escolar y su eventual avance de curso. Los niños en edad preescolar o de los primeros grados de primaria, «no percibirán mucha diferencia en el proceso, pero igual necesitarán la debida explicación de padres y maestros para que puedan entender la situación», opina el psicólogo infantil Iván Sánchez, quien estima que en los grados más avanzados se pueden presentar episodios más complejos.
«Los estudiantes a partir del cuarto grado de primaria comienzan a tener otro tipo de relación con sus pares, nacen fuertes lazos de amistad, de compañerismo y el avanzar de grado sin un proceso ritual que los compenetre como grupo, puede desorientarlos un poco», considera Sánchez al tiempo que expresa una natural preocupación por el nivel de formación de los alumnos fuera de las aulas.
El Ministerio de Educación de Venezuela dispuso de varios medios para dar continuidad al año escolar. Clases por televisión y radio, acompañamiento de los docentes a distancia, educación digital y evaluaciones continuas que deben ser presentadas en físico ante los centros educativos, que a su vez los consignarán ante las diferentes zonas educativas. Pese a todo este esfuerzo, la educación de los muchachos quedó en manos de sus padres y de las herramientas que éstos tuvieran a su alcance para atender las distintas necesidades educativas de sus hijos. «Formarse fuera de las aulas implica un cambio radical en la percepción de la educación que reciben los propios alumnos, sus padres y sus maestros», apunta Sánchez.
Largas vacaciones
Además de la preocupación por la preparación académica de los alumnos, se suma otro aspecto importante como lo es la prolongada cuarentena mezclada con el período de vacaciones escolares. La falta de contacto con el ambiente natural de la escuela o el liceo por un tiempo tan largo, podría desajustar los hábitos escolares del más aplicado estudiante. «Es como un deportista apartado de las canchas, para ponerse a tono de nuevo debe practicar más duro para recuperar la forma«, compara el psicólogo infant.
Su colega, la profesora universitaria Alicia Gallegos, observa el fenómeno desde el punto de vista de las clases sociales. «En los sectores populares el confinamiento y distanciamiento físico no existen, bien sea porque se vive en hacinamiento o porque los niños no han dejado de salir a jugar a las calles. En los hogares donde hay acceso a la tecnología, con padres profesionales y mayor estabilidad económica, la interacción con sus pares se da por la vía del internet», expresa la docente al tiempo que afirma que los niños ven este período como unas vacaciones muy prolongadas.
Acompañamiento, diálogo y mucho apoyo
Para la profesora Alicia Gallegos resulta vital para el sano desarrollo de los niños un contacto directo con padres o representantes que los orienten en esta situación. «No demos por sentado que hablar con nuestros hijos tiene algún límite, ellos siempre van a estar buscando explicación y lo ideal es que seamos sus referentes morales y familiares, los que estemos allí para ellos».
Por su parte el psicólogo Iván Sánchez opina que durante las vacaciones escolares que se unen con la cuarentena, es bueno que los muchachos sigan teniendo contacto con el conocimiento. «Actividades como la lectura, la ciencia, la historia y la cultura, están presentes en la vida cotidiana. Es bueno tomarse un tiempo para hacer que los niños lo puedan ver, no tanto como lo que podrían tomar como un aburrido aprendizaje académico, sino como parte de sus vidas».
Lo cierto es que nadie pidió la llegada de esta pandemia y nadie la echará por decreto. La humanidad tendrá que buscar nuevos escenarios para habituarse a vivir con el Covid-19 hasta que exista una cura definitiva. Nuestro humano deber es abrirnos paso ante la vida, acompañar en este camino a nuestro hijos y orientarlos en ello lo mejor posible.
Randolph Borges/VTactual.com