La perdida de los monumentos de interés mundial no son importantes para las empresas multinacionales, al menos no tanto como lo es invertir en guerras, así lo expone Xaimara Viña, especialista en historia mundial contemporánea.
Expone que de ahí la razón por la que los patrimonios históricos emblemáticos, que han sido destruidos en los últimos años no han podido ser reconstruidos, «lamentablemente estos espacios no cuentan con un resguardo económico en ningún lugar del mundo, si un monumento se destruye no hay respaldo que lo recupere».

«Finalizando 2018 el Museo Nacional de Brasil se quemó y la institución no tenía seguro ni brigada de incendios y carecía de mantenimiento, se trataba de un reservorio histórico que no se podrá recuperar y que era parte de la identidad del país».
Parte de la historia azteca de la región se fue con el incendio y hasta la fecha no se ha recibido apoyo de ninguna empresa transaccional que pueda brindar apoyo a la recuperación del lugar.
«La ciudad viaja de Alepo en Siria es otro ejemplo, que además deja ver la saña con la que se ha atacado Siria en los últimos años a través de la guerra. Este Patrimonio de la Humanidad, cuya construcción data del siglo XII, está considerado en peligro tras haber sido gravemente dañado por las bombas de la guerra siria», dice.

Recientemente la histórica catedral de Notre Dame en París sufrió un incendio que derrumbó por completo el lugar y que necesita de al menos 5 años para poder ser reparada.
«En este caso si hay intereses de reconstruir la catedral porque en el 2024 se harán los Juegos Olímpicos de París, sin embargo ni el gobierno de París ni las empresas transnacionales europeas han mostrado interés por invertir en la obra hasta los momentos».
Viña habla de empresas concretas, «Nokia y Sony son empresas que buscan coltán en todo el mundo para fabricar sus móviles, invierten grandes cantidades de dinero en los conflictos de países donde hay ese mineral para así obtenerlo en medio del caos, pero no financian la reestructuración de piezas culturares en ninguna parte del mundo», afirma.
Se refiere a algunas empresas, en su mayoría estadounidenses que se dedican al financiamiento de guerras y han rechazado la petición de los gobiernos del mundo para restaurar piezas emblemáticas, como «Lockheed Martin, una empresa de armadura de misiles, electrónica y espacio aéreo; Raytheon, que vende equipos de electrónica; la empresa Communications también de electrónica y United Technologies un fabricante de aeronaves».

Expone que cuando ocurre un accidente de gran magnitud ante un patrimonio de la humanidad la ayuda mundial no es requerida, «el protocolo en estos casos no es pedir ayuda ni financiamiento. Es un proceso que se da de inmediato, es decir, se quema la catedral y cualquier empresa de índole internacional puede colaborar sin restricción alguna».