En el juicio que se le sigue por corrupción, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha preferido culpar a la izquierda de sentarlo en el banquillo de los acusados para “derrocar al Gobierno y al campo de la derecha” que ya suma una década en el poder.
En su opinión, fiscales, policías y medios se unieron para fabricar acusaciones falsas y llegar finalmente al juicio: “No hay límites en los intentos de sacarme del Ejecutivo”, acabar con el Gobierno y “contrariar la voluntad del pueblo”.
No obstante, las acusaciones que pesan sobre Netanyahu no son cualquier cosa. Está acusado de los delitos de cohecho, fraude y abuso de confianza, en los casos conocidos como 1000, 2000 y 4000, que le imputan la recepción de regalos a cambio de favores y supuestos tratos para recibir una cobertura positiva de los medios sobre él y su familia.
Netanyahu la emprendió contra los testigos y la fiscalía
Pero, al inicio del proceso judicial, el primero para un jefe de Gobierno en ejercicio en Israel, sugirió que los testigos han recibido presiones para declarar o para cambiar sus testimonios, toda vez que acusó a los investigadores de “inventar pruebas especiales” en su contra.
Además, cuestionó que la Fiscalía apoye esta “absurda acusación (juicio)” y la señala de estar bajo presión en un proceso penal que comenzó en la Corte de Distrito de Jerusalén, en el este ocupado de la ciudad, y que, según los analistas, podría durar años.
FF/VTactual.com
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