El relato del odio y la violencia construido con ahínco en Venezuela ha tenido episodios muy variados: persecuciones, reconocimientos velados del terrorismo y hasta linchamientos mediáticos o en redes sociales.
Pero uno de sus puntos de mayor agresividad y hecho a la medida de los más extremistas fue alcanzado con la creación de una aplicación para sistemas Android llamado Chavista Attack (ataque al chavista).
Lo que, según la descripción de la tienda Google Play, es un “juego de entretenimiento diseñado exclusivamente para liberar la tensión, el sentimiento de frustración e impotencia” que el usuario pueda sentir contra el gobierno bolivariano, sus líderes o cualquiera de sus militantes.
En Chavista Attack, disparar y matar a personas (con narices de cerdo) armadas y con franelas rojas identificadas plenamente con el Partido Socialista Unido de Venezuela es algo que se hace “de una manera divertida”, señala además la introducción. Mientras en redes se hacen eco de la necesidad de “no más muerte” o de condenas a la “represión” y la violencia, tienen la posibilidad de divertirse asesinando a cualquier cosa que en sus pantallas se mueva vestida de rojo.
De lo virtual a lo real
El salto de las pantallas a la vida no es tan difícil, y una muestra de ello son las cada vez más constantes manifestaciones de odio contra chavistas dentro y fuera del país, llegando incluso a las agresiones físicas.
Este jueves 18 de mayo hubo algunos episodios que dan fe de ello: en un reconocido centro comercial caraqueño, un hombre fue víctima de ataques por ser “confundido” con alguna figura del chavismo. Aunque el personaje al que creían atacar varía según las versiones, el denominador común es su supuesto vínculo con el chavismo.
Desde tempranas horas, se estuvo difundiendo una información según la cual el periodista y exministro de Defensa José Vicente Rangel habría fallecido tras sufrir un accidente cerebro vascular (ACV).
Aunque fue oportunamente desmentido por el mismo Rangel, que se encontraba grabando su popular programa televisivo de los domingos (José Vicente Hoy), los mensajes “celebratorios” y burlescos inundaron las diversas redes, las mismas por las cuales –reiteramos- a diario la población opositora denuncia agresiones durante las protestas “pacíficas”.
Esos que condenan “las muertes y la violencia de cualquier lado”, no se pronunciaron ni convirtieron en tendencia el macabro hallazgo que se dio en el estado Lara: el cuerpo sin vida de Pedro Josue Carrillo, secuestrado el martes 16 en una zona de activa violencia extremista de la derecha en la capital de la entidad, Barquisimeto. Tenía signos de tortura y quemaduras en su cuerpo.
Anteriormente, desde un edificio lanzaron una botella con agua congelada contra una marcha chavista en Caracas. La señora Almelina Carrillo, que pasaba camino a su trabajo (no era parte de la manifestación, quizás ni siquiera era afecta a la Revolución Bolivariana), fue impactada en la cabeza y murió algunos días después.
La justicia llega
Este domingo 14 de mayo fue detenido en Ciudad Bolívar, en el sureño estado Bolívar, Leonardo Quintero Aguilar, creador de Chavista Attack, según reveló el primer vicepresidente del PSUV, Diosdado Cabello.
El financiamiento para el desarrollo del software, además, provendría de un miembro del partido de derecha Primero Justicia, que además sería muy cercano al principal representante de dicha tolda, el diputado Julio Borges, y el también parlamentario Tomás Guanipa.
La creación y circulación de este juego, no obstante, abre el debate sobre la legislación y el acceso a internet: En 2016, Twitter canceló a un reconocido periodista y tuitero chavista, Luigino Bracci, su cuenta. La razón: violación de políticas de derechos de autor, provenientes del Comité Olímpico Internacional, a raíz de haber compartido un breve clip del desfile de la delegación venezolana en la gala inaugural de los juegos de Río de Janeiro.
Google, sin embargo, no consideró Chavista Attack una amenaza o violación de ningún tipo: en internet, como en el mundo, se privilegian y se defienden los beneficios económicos, con contundencia.
Pero el poder no se usa para cuestionar la campaña de odio de siempre, la que criminaliza a la izquierda, al comunismo, a los musulmanes, o a cualquier objetivo imperial del momento.
En este caso, matar chavistas (“jugando”) no es ningún peligro, pero la falta de Bracci contra Río fue bastante grave. Al fin y al cabo, los usuarios de ese juego solo “liberan la tensión”.
JI