Marco Rubio nació con un odio inexplicable contra los movimientos de izquierda en Latinoamérica. Vino al mundo en 1971, hijo de inmigrantes cubanos que se fueron a vivir a Estados Unidos en 1956, unos años antes que triunfara la Revolución Cubana. Su formación fue muy conservadora, en colegios católicos en los que tuvo poco contacto con otros niños de origen hispano.
Si bien sus padres eran migrantes y vivieron ilegales en Estados Unidos por más de 15 años, Marco Rubio sería años después, un activista feroz contra el ingreso de migrantes a su país natal. En la actualidad refuerza el mensaje de #DonaldTrump sobre el muro fronterizo con México y su política hostil hacia los migrantes.
En una de sus primeras acciones notorias en el mundo de la política, se le acusó de usar la tarjeta de crédito del Partido Republicano con fines personales, gastos que nunca reportó a Hacienda y que la justicia desestimó. Es promotor de las libertades en el uso de armas de fuego y beneficiario de la Asociación Nacional del Rifle, organismo que ha patrocinado sus campañas y del cual ha recibido más de 3 millones de dólares.
Marco Rubio tiene un odio natural por la izquierda y desde sus puestos de poder se convirtió en promotor de acciones injerencistas contra gobiernos de esa tendencia en Latinoamérica. Dirigió el “Nica Act” contra Nicaragua para bloquear a ese país económicamente, estableciendo sanciones a sus funcionarios para que no pudieran hacer negocios a nombre del país con empresas extranjeras.
La misma acción la emprendió contra Venezuela, contra cuyo gobierno Rubio desarrolló un odio visceral que raya en lo personal. Gracias a la acción de políticos opositores venezolanos, Marco Rubio impulsó, junto al lobby de la mafia anticastrista residente en Florida, el bloqueo económico contra el país petrolero que hoy lo mantiene en una severa crisis. También es sospechoso de orquestar el ataque eléctrico contra este país. Pero con Venezuela fue más allá, puesto que se mantiene impulsando la propuesta de una invasión militar.
RB