Un nuevo accidente aéreo, aunque ésta vez sin víctimas fatales, reaviva el debate sobre las condiciones de seguridad que el sector aeronáutico brinda a los millones de personas que transporta a diario.
Apenas ha comenzado la investigación del incidente que involucra al Embraer E190 en el que operaba el vuelo AM2431 de Aeroméxico, que experimentó este martes 31 de julio un incendio en plena maniobra de despegue en el aeropuerto de Durango, desde donde volaría con destino a Ciudad de México.
Los medios locales reportaron que todos los ocupantes pudieron salir de la accidentada aeronave por sus propios medios, definitivamente con mucha mejor suerte que las víctimas de otros siniestros aéreos en el mundo.
Como antecedente inmediato, la noche del pasado 26 de julio murió el ministro de Agricultura de Paraguay, Luis Gneiting, junto a tres acompañantes cuando la avioneta en la que viajaban se estrelló poco después de despegar del aeropuerto de Ayolas, 380 kilómetros al sur de Asunción, la capital paraguaya.
Poco se conoce sobre las causas de este accidente, pero las pesquisas preliminares apuntaron a la posibilidad de que, en su curso de ascenso, la aeronave Beechcraft Baron 58 haya entrado en una zona de condiciones climáticas adversas.
Recordamos también el desplome del Boeing 737 de Damojh en el que operaba el vuelo 972 de Cubana de Aviación el 18 de mayo del presente año. El avión despegó del Aeropuerto Internacional José Martí, en La Habana, con rumbo a Holguín con 113 personas a bordo.
Se estrelló pocos minutos después y murieron al instante 110 personas. Otras tres fueron llevadas con vida a centros hospitalarios, pero una de ellas falleció a los 3 días y otra a siete días del accidente, lo que dejó un único sobreviviente del lamentable hecho.
Se atribuye la causa del siniestro a un error humano, específicamente a negligencia de los pilotos por no alinear los flaps (alerones) en el ángulo correcto para la elevación de la aeronave en su fase de despegue.
La seguridad es un aspecto fundamental y tras cada accidente aéreo surgen ordenanzas y regulaciones de parte de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), a las cuales son sometidos tanto fabricantes como aerolíneas, de manera que se garantice que los viajes en avión sean cada vez más seguros.
Pero el creciente y lucrativo negocio del transporte aéreo se antepone muchas veces a la normativa, llevando a las empresas operadoras de vuelos a obviar en ocasiones algunos detalles, desde la debida preparación y atención de pilotos hasta el razonable uso de las aeronaves dentro de su rango de capacidades.
Es conocido el caso de la pérdida del vuelo 9525 de la línea aérea de bajo costo alemana Germanwings, filial de Lufthansa. El avión Airbus A-320, que llevaba 150 personas a bordo, fue estrellado deliberadamente en los Alpes franceses por el copiloto, que sufría trastornos depresivos que no fueron determinados por la empresa.
También se registra la lamentable tragedia Vuelo 2933 de LaMia, en la que murieron 71 personas, entre ellas la plantilla del club brasileño de fútbol Chapecoense. La investigación sobre el suceso arrojó que el avión Avro RJ85 viajaba excedido de peso y con reserva de combustible al límite, cuando se estrelló poco antes de llegar a la pista del Aeropuerto Internacional José María Córdova de Rionegro, en el departamento colombiano de Antioquia en noviembre de 2016.
MFD