Las nuevas generaciones sabrán de Julian Assange como un héroe de la informática o como un delincuente de la era digital, todo dependerá de quien salga victorioso en el juicio de extradición que se le sigue y en quién logre contar la historia. Amado y admirado por la gran mayoría, odiado por los poderosos, el periodista australiano ya marca un hito en el mundo de las comunicaciones al conseguir dejar al desnudo a las más grandes corporaciones de la mentira, sean ellas gubernamentales o no.
Desde muy joven en su nativa Australia, Assange mostró su interés por la información a través de las redes de comunicación de Internet. Sus estudios inconclusos de matemáticas y física, le aportaron cierta agilidad para vincularse con el mundo de la informática, conocimientos que complementó con filosofía y neurociencia, que obtuvo de manera autodidacta. Estando en la Universidad de Melbourne formó parte del grupo Subversivos Internacionales, en el cual obtuvo habilidades importantes como hacker.
Ya en 2006 se retira de la universidad y comienza sus pasos en la organización mediática WikiLeaks, la que ayudó a fundar y en la cual fue hacker y programador. Como editor y portavoz principal de esta sociedad sin ánimo de lucro, Assange comenzaría un peligroso recorrido que le llevaría a convertirse en uno de los hombres más perseguidos por Estados Unidos.
WikiLeaks los dejó desnudos
El mayor éxito de WikiLeaks legó en 2010, cuando el portal reveló información clasificada que en su momento puso contra la pared al gobierno de Barack Obama en Estados Unidos. Se trataba de 77 mil documentos militares de Pentágono que contenían información clasificada, ese mismo año publicaron otros 400 mil informes sobre la guerra en Irak, objetada por el mundo entero como una guerra ilegal y sin justificación alguna.
Entre los archivos publicados se encontraban confesiones e imágenes de torturas, asesinatos de civiles y numerosas violaciones a los derechos humanos por parte de las tropas estadounidenses. La divulgación de estos documentos secretos hizo que el gobierno norteamericano pidiera la cabeza de Assange por violar leyes de los Estados Unidos en cuanto a la confidencialidad de documentos, con lo que se pretendía nuevamente aplicar la extraterritorialidad de la ley norteamericana a un ciudadano no estadounidense.
Las amenazas no amilanaron a WikiLeaks y a su fundador, que en publicaciones siguientes desenmascaró acciones poco éticas de varios gobiernos del mundo y también de grandes corporaciones vinculadas con los centros de poder mundial. En 2011, Assange denunció la adquisición por parte de gobiernos de sistemas de espionaje, vigilancia y control de comunicaciones privadas, que pusieron en riesgo las relaciones diplomáticas de varios países, que quedaron en evidencia de cómo se espiaban entre sí.
El precio de meterse a “redentor”
La jugada de Assange y su WikiLeaks contra gobiernos abusivos y corporaciones corruptas, que no dejaba dudas sobre su veracidad, no saldría impune. El informático se había metido con los poderes más influyentes del mundo y revelado sus oscuros modos. Cobrarle la afrenta era cuestión de tiempo. Fue así como en Suecia, donde Assange buscaba operar con su organización gracias a las leyes de protección a informantes, se sacaron de un sombrero de mago una denuncia por abuso sexual contra dos mujeres que habían tenido relaciones sexuales con el activista.
Las damas lo demandaron por sostener relaciones sexuales sin uso de preservativo, pese a que los encuentros fueron consensuados. Aunque el proceso fue largo y tortuoso, Assange fue liberado de estos cargos por falta de pruebas, pero las evidencias que sí aparecieron revelaron que una de las damas en cuestión, de nombre Anna Ardin, es una activista de la disidencia cubana vinculada con el gobierno de Estados Unidos.
Pero el tema no iba a quedarse así. Encontrándose en Reino Unido, el activista fue sentenciado a ser extraditado a Suecia por los delitos de los que fue acusado, pero éste decidió pedir asilo en la Embajada de Ecuador en Londres, la cual fue concedida ante la evidente persecución de que era objeto. Tras el cambio de gobierno en Ecuador, se le retira la protección y de manera histórica se permite el acceso de las autoridades británicas a la embajada de ese país y logran sacar detenido a Assange, a quien ahora mantienen en prisión condenado a 50 meses por haber incumplido una fianza. Ahora el informático se enfrenta a una posible extradición a Estados Unidos, que lo declaró enemigo público número uno en la administración Trump, y donde podría enfrentar la pena de muerte por violar supuestamente la Ley de espionaje de ese país. Los ojos del mundo revisan de cerca el ensañamiento contra el hombre que desafió al poder más grande revelando sus más oscuros secretos.
Randolph Borges/VTactual.com