Suena el despertador. “M” se sienta en la cama mirando hacia un punto muerto. Se restriega con las manos los ojos entrecerrados: “Ay…no me he lavado las manos todavía”, piensa mientras su cuerpo siente como si lo hubieran agarrado a garrotazos durante la noche. No había dormido bien.
Camina como un zombie hacia la cocina. Al pasar por la sala enciende el televisor, sintonizado en su canal preferido de noticias. Pone a colar el café y – mientras espera que fluya el negro elixir que lo terminará de despertar – desliza su dedo por la pantalla del dispositivo móvil mientras escucha a lo lejos la ronda de noticias.
Las estadísticas de los contagios y los indicadores de una futura recesión económica entran por sus oídos, al tiempo que se revela ante sus ojos la avalancha de notificaciones de las redes sociales: tendencias, cadenas, rumores, chistes,… ruido visual y sonoro que se reproduce sin cesar y que “M” sigue y comparte como un autómata a lo largo del día.
Al caer la noche le tiembla un párpado, siente presión en el pecho y dificultad para respirar. Piensa que es el Coronavirus y especula cómo pudo haberlo contraído en medio del acatamiento de la cuarentena. Efectivamente, «M» está contagiado… es una víctima de la infodemia.
La desinformación se propaga más rápido que la pandemia
La desinformación no implica necesariamente la falta de información. Los teóricos de la comunicación vienen alertando desde hace décadas que el exceso de información, divulgada de manera fragmentada (infinidad de contenidos de diferentes temáticas al mismo tiempo y en un mismo espacio) y descontextualizada (no se presentan los antecedentes, las causas ni las eventuales consecuencias de un suceso) desinforma. Científicamente se ha comprobado que el cerebro humano no se da abasto para procesar correctamente grandes cantidades de información al mismo tiempo.
He aquí la paradoja que aqueja al siglo XXI: a mayor cantidad y velocidad de los mensajes, mayor será la desinformación. En medio de la Pandemia de Covid-19 y la cuarentena que se vive en gran parte del planeta para contenerla ¿Estamos realmente informados?
Infodemia: epidemia informativa colectiva
La Organización Mundial de la Salud (OMS) lleva tiempo utilizando el término infodemia para referirse a un exceso de información acerca de un tema – la mayoría fakes news o rumores – que se propaga rápidamente y dificulta que las personas encuentren fuentes y orientación fiables cuando lo necesiten.
Recientemente, el director general de este organismo – Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus – señaló con motivo del coronavirus:
«En la OMS, no sólo estamos luchando contra el virus; también estamos luchando contra los troles y los teóricos de la conspiración que impulsan la desinformación y socavan la respuesta al brote. Como un titular del Guardian señaló: ‘La desinformación sobre el coronavirus podría ser lo más contagioso del mismo`».
Este funcionario asegura que cuenta con un equipo de comunicación de riesgos y gestión de infodemias que rastrea activamente la información y que trabaja mano a mano con el departamento de comunicación para proporcionar información veraz a un público más amplio. También están en contacto con empresas de búsqueda, sociales y digitales como Facebook, Google, Tencent, Baidu, Twitter, TikTok, Weibo, Pinterest y otras para que colaboren.
El reto de informar en tiempos de Coronavirus
Al ser el Covid-19 una enfermedad nueva hay pocas certezas sobre ella en la comunidad científica, pues la epidemia está en pleno desarrollo. Las cifras de afectados aumentan aceleradamente en casi todo el planeta. Hay incertidumbre sobre sus efectos en los pacientes, la sociedad y la economía global.
Los medios de comunicación y los periodistas tienen un rol importante en el combate contra la infodemia: enfrentar rumores y mitos para informar apegados a la ética sin caer en la toxicidad, ni sucumbir a la tentación del amarillismo, la exclusiva, el rating o aumentar el número de visitas a un site sin importar el costo moral y social que puede implicar un mal manejo de los mensajes en una situación como esta.

Algunas pautas para prevenir la infodemia
A continuación les presentaremos una serie de recomendaciones de la OMS y de expertos en comunicología para la cobertura de la epidemia de Covid-19 por parte de los medios de comunicación. También son útiles para el público en general al momento de discriminar sobre la veracidad de la información recibida.
- Evitar los titulares alarmistas o fuera de contexto: Es importante publicar titulares que reflejen la verdadera situación de la enfermedad en lugar de titulares dramáticos, con mayúsculas sostenidas o con datos fuera de contexto. Si la epidemia es una causa de preocupación, se debe explicar su importancia sin generar pánico. También aplica para las fotos que los ilustran.
- Limitar el uso de adjetivos: Si bien en nuevo coronavirus es una enfermedad que puede causar la muerte, presentarla como una “enfermedad letal” – a pesar de que la gran mayoría de los pacientes sobreviven a ella – es innecesariamente alarmista. Es mejor enfocarse en los datos y en los hechos. Por sí solos, son información suficiente.
- Siempre definir los términos asociados a la epidemia: No importa cuántos artículos se hayan publicado sobre el tema, siempre debe repetirse la información básica sobre la enfermedad. Es útil publicar un glosario de los términos básicos, a fin de vincularlo con todos los artículos que se publiquen.
- Usar datos y contexto para explicar la enfermedad: Las estadísticas informan, pero no pueden contar la historia completa por sí solas. Decir que hay más de 3.000 muertos por la enfermedad no es una información útil si no se explica que esa cantidad representa el 3,4% de los casos. Y que la gran mayoría sobrevive. Es importante dejar claro que hay datos que no son definitivos y pueden cambiar con el tiempo.
- Utilizar fuentes calificadas: Cuando se trata de temas de salud se debe acudir a expertos en el tema. También es importante citar e indicar al lector los sitios confiables para encontrar información sobre la enfermedad, como la OMS, instituciones académicas y publicaciones especializadas.
- Visibilizar a los especialistas de la salud y evitar el falso balance: En estos casos se debe evitar la cobertura de hipótesis que no tengan pruebas ni estén basadas en la comprobación científica. Los medios especializados no conceden la misma atención a las comunidades de personas que niegan hechos validados científicamente. Si no hay un argumento científico, no hay necesidad de cubrir a otros voceros para hablar sobre el nuevo coronavirus.
- Combatir los mitos: Se deben sustituir los rumores y la desinformación con verdades. Hacer desmentidos breves y simples. Cuando una afirmación es falsa, se debe dejar claro desde el título de la nota. Explicar las razones por las que es falsa y por qué se ha extendido la creencia.
- Divulgar constantemente las medidas de prevención: Se pueden usar las redes sociales para informar al público, comunicar las medidas y responder las preguntas sobre la enfermedad. Siempre se deben repetir las medidas de prevención, en los artículos relacionados con el tema.
Enza García Margarit/VTactual.com
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