Tras vivir en condiciones de hacinamiento en el albergue de la Unidad Deportiva “Benito Juárez” en Tijuana, y ser víctimas de agresiones por parte de las fuerzas armadas estadounidenses, un grupo de personas perteneciente a la caravana migrante propuso jugar una carta muy audaz: una huelga de hambre como medida de presión para solicitar asilo político al país norteamericano.
En este albergue se encuentran 6,062 migrantes alojados, además de unos 100 más que aún no se suman al reporte oficial, los cuales viven con escasos servicios sanitarios, dos raciones de comida al día y están propensos a diversas epidemias.
Tras los disturbios del domingo en los que un grupo que intentaba cruzar la frontera desde Tijuana fue disperso con gases lacrimógenos, decenas de personas han abandonado el sueño americano y han regresado a sus países de origen.
Por este hecho, el Gobierno de México solicitó una investigación exhaustiva de los ataques realizados en ese paso fronterizo. En el marco de esa tarea, deportaron a 98 de las personas de la caravana que violaron el paso fronterizo con sus vecinos del norte.
El lunes, #DonaldTrump, llamó al Gobierno mexicano a deportar a los migrantes centroamericanos «por cualquier medio necesario», al tiempo que amenazó con cerrar «permanentemente» la frontera entre ambos países.
BA