El devenir histórico del pueblo venezolano está marcado por un sinfín de acciones y acontecimientos que han determinado su protagonismo y su desarrollo por más de 200 años. Muchas veces, por sus particularidades y distancias temporales, se han visto como hechos aislados y sin ninguna conexión.
Sin embargo, la historia de Venezuela debe verse como un gran proceso que ha estado signado por el carácter rebelde e insurgente de sus acciones. Por ejemplo, más allá de coincidir en la fecha de conmemoración un 2 de junio, hablar del decreto de Simón Bolívar sobre la libertad de los esclavos en 1816, del valor de Luisa Cáceres de Arismendi o del movimiento militar denominado El Porteñazo en 1962, es hablar de una lucha continua y activa del pueblo venezolano expresado en múltiples dimensiones.
1816: Primer intento de libertad para los esclavizados
El espíritu inquebrantable del libertador Simón Bolívar siempre se impuso ante la adversidad. Su accionar estuvo marcado por un empeño incasable de lograr objetivos concretos y contundentes en torno a la lucha por la independencia definitiva de Venezuela.
Tras una serie de infortunios en 1815, Bolívar dirige sus esfuerzos hacia la isla de Haití. Un referente revolucionario en el Caribe que, con el apoyo del presidente Alejandro Petión, se convirtió en el centro de operaciones para organizar en 1816, dos expediciones navales que reanudarían el proyecto de liberación del territorio venezolano.

La primera de las expediciones zarpó el 31 de marzo y luego de un periplo de dos meses y con una parada previa en la isla de Margarita, Bolívar desembarca el primero de junio en las costas de Carúpano, al oriente de Venezuela.
En este lugar, mostrando su compromiso de asumir un proyecto real de igualdad y justicia social que rompiera con las instituciones del pasado colonial, Bolívar, decreta el 2 de junio de 1816, la liberación de los esclavizados para su incorporación a la guerra.
Esta proclama, no solo mostró su visión estadista sino evidenció su compresión de la realidad y la importancia de hacer de la guerra un hecho colectivo, inclusivo e igualitario. Así, llamándolos ciudadanos, señaló: “…Considerando que la justicia, la política, y la Patria reclaman imperiosamente los derechos imprescriptibles de la naturaleza, he venido en decretar, como decreto, la libertad absoluta de los esclavos que han gemido bajo el yugo español en los tres siglos pasados…”
Luisa Cáceres de Arismendi: Símbolo de la mujer patriota
La participación protagónica de las mujeres en los procesos históricos siempre ha sido relegada e incluso invisibilizada por la historiografía tradicional. Sin embargo, su impronta y su papel decisivo en muchos de los hechos históricos de Venezuela, han permitido que se conviertan en referente de la memoria nacional.

Luisa Cáceres de Arismendi representa uno de estos casos. Por su determinación, es recordada como una heroína de la independencia venezolana. Apresada en Margarita en 1815 con el objetivo de presionar a su esposo el coronel Juan Bautista Arismendi. En presidio, da a luz a un bebé que perderá en los siguientes días.
Al tiempo es traslada a las bóvedas del puerto de La Guaira y retenida en un convento en Caracas. Finalmente, es llevada como prisionera a Cádiz en 1817. En su carácter de confinada, logra fugarse en 1818 con destino a Filadelfia y luego a Margarita. Fallece en Caracas el 2 de junio de 1866 a los 66 años de edad. Diez años después, sus retos fueron incorporados al Panteón Nacional. Una mujer que consiguió el respeto de sus contemporáneos por su valentía y coraje ante los vejámenes sufridos en la guerra.
El Porteñazo: una insurrección contra el puntofijismo
Tan solo había pasado un mes de la insurrección militar conocida como El Carupanazo. El gobierno de Rómulo Betancourt nuevamente se trastoca con un movimiento cívico-militar que demuestra el descontento hacia un naciente sistema político que traicionaba el llamado “espíritu unitario del 23 de enero de 1958”.
Aquella mañana del 2 de junio de 1962, la Base Naval de la ciudad de Puerto Cabello, en el estado Carabobo, fue escenario de un enfrentamiento ente fuerzas leales al gobierno y un sector de las Fuerzas Armadas que se alzó en armas con el objetivo de restituir el verdadero carácter democrático del país.

Su líderes fueron el capitán de Navío Manuel Ponte Rodríguez, el capitán de Corbeta Víctor Hugo Morales y el capitán de Fragata Pedro Medina Silva, quienes junto con miembros del Partido Comunista de Venezuela (PCV) y del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) tomaron rápidamente el control de diferentes puntos estratégicos de la ciudad.
Las acciones contra el movimiento insurgente iniciaron a media mañana del día 2 de junio y tuvieron una extensión hasta el día 4 de junio, cuando las fuerzas leales al gobierno de Betancourt, lograron retomar el control de los espacios tomados. Las reseñas de la época señalan que la violencia se apoderó de la ciudad por tres días, dejando un saldo de más de 300 muertos y 700 heridos.
El 30 de junio de 1962, el entonces diputado Fabricio Ojeda diría acerca de El Porteñazo: “…Allí se demostró como en el seno de las Fuerzas Armadas hay hombres que sienten la Patria en su exacta dimensión y que inspirados en las lecciones de Bolívar, siguen su ejemplo de valor, de nobleza y patriotismo y como este Gobierno llega hasta el bombardeo de ciudades abiertas…”
Simón Sánchez/VTactual
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