Como uno de los países más pobres de la Unión Europea, con los salarios más bajos y con la emigración en alza, Grecia concreta su salida del tercer rescate financiero valorado en 330.000 millones de dólares, por los cuales necesitaran muchos años para cancelarlo.
Una sociedad que en 2007 tenía un poder de compra similar a España, comenzó el suplicio en el año 2015 cuando firmó su primer rescate a pesar que la izquierda radical, liderada por Alexis Tsipras, que prometía acabar con la austeridad y expulsar a los poderes intervencionistas del país.
El Eurogrupo impuso un corralito financiero en tres años de controles, incluso el mandatario Tsipras, convocó a una consulta nacional en las que el pueblo griego rechazó la propuesta de la UE, sin embargo, eso llevó a un confrontación entre las partes, por lo que finalmente Grecia debió firmar otro paquete financiero.

En 2016 y 2017 los griegos consiguieron un superávit primario pero en detrimento de recortes en servicios básicos como la sanidad y la educación, pero sobre todo quien llevó la peor parte fue la clase media quien debió soportar una presión fiscal de grandes dimensiones.
Hasta el momento, el país helénico ha tenido que dar una gran parte de sus recursos para cancelar la deuda que asciende al 180% de su Producto Interior Bruto (PIB), a pesar de lo acordado el pasado mes de junio que le permite asumir al gobierno griego la política económica que le facilitará acceder a los mercados en un futuro no lejano. La troika hará acto de presencia cuatro veces al año para comprobar que se cumplen con sus directrices y que la situación fiscal sigue un poco más distendida.

«Hubo errores, lo sé, hubo errores al principio. Pensamos que la situación en Grecia era más sólida. También es posible que tardásemos en tomar las medidas de solidaridad necesarias”, así lo reconoció el comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, desde Bruselas.
Agregó que la austeridad no fue lo que creó la crisis en Grecia, por lo que debieron imponer medidas de austeridad porque había una crisis enorme. “No debemos olvidar que el estado griego era incapaz de funcionar. Que las estructuras económicas eran de alguna manera artificiales, que había una especie de burbuja. Y tuvimos que cambiar eso”, aseveró Moscovici.
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