Hablar de Ezequiel Zamora es adentrarnos en las luchas populares del siglo XIX venezolano. Su actuación, en los tiempos tempranos de la llamada Guerra Federal (1859-1864), fue de principal orden en la guía del movimiento campesino contra la oligarquía nacional que se consolidó en Venezuela a partir de 1830.
El General del pueblo soberano, como fue llamado por los hombres y mujeres que le siguieron, nació en el poblado de Cúa, en el actual estado Miranda, el 1 de febrero de 1817. Eran los tiempos de la guerra de independencia y sus padres, Paula Correa y Alejandro Zamora fueron partidarios a la causa patriota, lo que podría decirse, sería un elemento determinante en el accionar futuro del joven Zamora.
Su padre muere en 1821 en el calor de la guerra y por tal motivo, Ezequiel Zamora es traslado a Caracas con su madre. En la capital inicia estudios de primaria, pero en pocos años se dirige a la región de Villa de Cura, en el actual estado Aragua, donde se dedica al comercio, la ganadería e instala una pulpería que, prontamente, se convertiría en un lugar de gran interacción social y política.

“No les hacía oferta ninguna…”
Para 1840, Zamora es un hombre partidario a la causa que se pregona en las líneas de El Venezolano, órgano oficial del Partido Liberal. En este diario, se difunden las ideas del liberalismo, que tomó como bandera la lucha contra un sector de la clase dominante encabezado por una nueva burguesía protegida por el gran caudillo José Antonio Páez y que rápidamente fue llamada: Oligarquía.
Zamora se convirtió entonces en un gran difusor político del liberalismo dentro de las clases populares, quienes se identificaron con un líder que fue emergiendo dentro de los acontecimientos políticos de la década de los años 40. Incluso sus prédicas del liberalismo, fueron más profundas en lo político que las del propio partido Liberal y su dirigente principal, Antonio Leocadio Guzmán.
Y así se ganaría el apoyo y lealtad de un pueblo. En sus propias palabras, cuando fue encarcelado y enjuiciado en 1847, Zamora señalaría lo siguiente: “No les hacía oferta ninguna. Ellos me seguían porque yo invitaba para defender la patria, la libertad y la ley que habían quebrantado los oligarcas”.

¡Tierra y hombres libres!
La Venezuela de 1840 es una Venezuela sumida en los conflictos entre las élites políticas del nuevo orden y la clase dominante tradicional. La oligarquía, conservadora pero también liberal, se enfrentaba entre unos y otros para hacerse del poder, mientras el grueso de la población era cada vez más pobre. Es por ello, que en diversas regiones de los llanos occidentales, la voz del pueblo se alza en las llamadas insurrecciones campesinas que tienen lugar a partir de 1846.
Zamora inmediatamente se suma al movimiento. En lo político es inhabilitado y por tanto se incorpora a la insurrección, donde fue tomando progresivamente el mando del ejército del pueblo soberano bajo las diversas consignas de guerra que fueron coreadas a la sazón de Tierras y Hombres Libres, Horror a la Oligarquía, Oligarcas Temblad, Respeto al Campesino, entre otros.
En 1847 es hecho prisionero y sentenciado a pena de muerte, pero la presión hecha por la opinión pública interviene para que se conmute la pena por diez años de presidio en la ciudad de Maracaibo, tiempo que no cumpliría porque lograr huir antes de su traslado.
La convulsionada situación política que se mantiene en 1848, hace que Zamora tenga una ascendente carrera militar, pues los conflictos entre José Antonio Páez y José Tadeo Monagas, permiten que Zamora se incorpore a las filas del ejército de la República bajo las ordenes de Monagas y tenga diversos cargos militares hasta llegar al grado de General de Brigada en 1854.
La Guerra Federal
En 1856 al contraer matrimonio, Zamora se retirara a la vida familiar y a sus actividades económicas, contexto que no vivirá por mucho tiempo, pues en 1858 se incorpora a otro movimiento liberal para derrocar al gobierno. Sin embargo, debe refugiarse en Curazao tras ser descubiertos los planes conspirativos.
A principios del año 1859, en La Vela de Coro se da inicio a una nuevo escenario militar con el grito de Federación. Zamora al enterarse de la nueva revolución, regresaría rápidamente a Venezuela y toma lugar en ella. En su proclama del 29 de marzo, veremos como dejará establecido su gran ideal libertario: “¡PUEBLOS DEL OCCIDENTE! Ha llegado el momento de vuestros pronunciamientos: proclamad el Evangelio práctico de los principios políticos. La igualdad entre los venezolanos, el imperio de la mayoría, la verdadera República, la Federación.”
Es así como desde marzo hasta diciembre de 1859, Zamora protagonizaría grandes victorias que le aportan bases sólidas a la causa federal en el país. Siendo el 10 de diciembre de 1859, con el triunfo de la batalla de Santa Inés donde mostraría su gran genio militar.
El miedo de la oligarquía y la muerte de Zamora
Zamora representaba la defensa de las masas populares y un enemigo directo de la oligarquía. Por tal motivo, su presencia fue vista como problemática para las clases dominantes. Es por ello, que la historia no está clara con respecto a quién mató a Ezequiel Zamora, aquella mañana del 10 de enero de 1860, en la ciudad de San Carlos, donde una bala asesina al líder del pueblo venezolano. Lo que si quedó claro, fue que la clase dominante fue la más favorecida con este resultado.
Con su muerte, la esperanza del movimiento popular y campesino quedará truncado nuevamente, pues los líderes de la Guerra Federal culminarían el conflicto en 1864 con la firma de un pacto de élite que dejaría a la orden del día un creciente escenario de desigualdad social. La voz del pueblo fue traicionada, no obstante, el legado de Zamora se mantiene vivo y hoy día sigue siendo símbolo en las luchas por la defensa de la tierra y en contra de las oligarquías.
Simón Sánchez/VTactual.com
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