La primavera nunca llegó. Yemen fue uno de los primeros países en sumarse a lo que el mundo conoció como primavera árabe en 2011, movimiento que supuestamente abriría la puerta a la democracia y los derechos sociales según los criterios del mundo occidental. Casi ocho años después, los ríos de sangre siguen bañando las calles del país más pobre del Oriente Medio.
El conflicto en Yemen enfrenta a los partidarios del presidente en el exilio Abd Rabbu Mansour Hadi, y el movimiento rebelde de los hutíes, una minoría musulmana que se unió a los partidarios del presiente anterior, Ali Abdullah Saleh, para expulsar a Hadi del poder. Pero detrás de todo este escenario, conocidos hilos mueven las fichas de esta guerra fratricida.

En 2014 Arabia Saudita, preocupada por los avances de los hutíes, a quienes acusa de ser aliados de Irán, conformaron una Coalición Militar para invadir a sus vecinos yemeníes y poner fin a la guerra. Los aliados de los sauditas son Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Egipto y Jordania. Marruecos, Sudán y Senegal también han aportado algunas tropas.
Pero los verdaderos promotores de esta crisis en oriente medio, son los Estados Unidos junto a sus aliados de Reino Unido y Francia, quienes no se han manchado las manos de sangre directamente, pero mantienen apoyo logístico, militar y estratégico a sus lugartenientes sauditas, que tristemente han empleado los recursos de manera tan deficiente, que han afectado mayoritariamente a la población civil.

Para marcar bien el territorio, fuerzas estadounidenses bombardean regularmente algunas zonas de Yemen donde aseguran operan células de al Qaeda. A principio de 2017 el gobierno de EE.UU admitió que algunas de sus tropas se habían desplegado en Yemen.
Muerte de civiles y hambruna
Como ocurre en todo conflicto bélico, la población civil siempre es la más afectada. Desde la incursión de Arabia Saudita y sus aliados en 2014, más de 12 mil civiles han perdido la vida tras bombardeos a refugios, hospitales, escuelas y hasta autobuses de excursionistas repletos de niños, acontecimiento que espantó al mundo a principios de agosto donde perdieron la vida 39 pequeños y 11 de sus maestros.
«Yemen vive una de las peores crisis desde 1945. El país es escenario de la peor crisis humanitaria en el mundo. Dos tercios de la población ignora de dónde provendrá su próximo alimento«. Stephen O’Brien, jefe de asuntos humanitarios de la ONU
La ya trastornada vida de los civiles en Yemen, se ve agravada por la irresponsabilidad de sus agresores extranjeros, que están dispuestos a bombardear todo aquello que corte el suministro de logística a sus enemigos, aunque ello afecte a la población civil, tal como ocurrió con el puerto de la ciudad de Al-Hudayda el pasado junio, situación que mantiene a la población en una situación de hambruna.

El rechazo internacional a estas acciones desesperadas y violatorias de varios derechos humanos y códigos de guerra, no se ha hecho esperar. Desde Naciones Unidas se ha increpado en varias ocasiones la actuación de la coalición encabezada por Arabia Saudita, pero sin resultados en la práctica, lo que hace presumir que cuentan con el apoyo de algunas potencias que tuercen el juego a favor de los sauditas en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Los ataques de la Coalición Saudita han dejado más de 10 mil muertos civiles, muchos de ellos niños, y «la mayor hambruna que ha visto el mundo en muchas décadas, con millones de víctimas», según declaró el subsecretario general de Asuntos Humanitarios de la ONU, Mark Lowcock.
Disputa de las rutas petroleras
Yemen no tiene cuantiosas reservas de petróleo. De hecho, es el país con menor producción y el más pobre de la región. Siendo así ¿por qué la Coalición Saudita se interesa tanto en esta nación? La respuesta la encontraremos en la envidiable ubicación geográfica de Yemen, al sur de la península de Arabia, desde donde salen los enormes tanqueros petroleros que se surten en el Mar Rojo hacia Oriente y Occidente, suministrando más de 3,8 millones de barriles diarios de crudo.

El estrecho de Ormuz, controlado por Irán, ya es un dolor de cabeza para los sauditas y sus aliados, por lo que desde hace casi tres años combaten, con ayuda de sus patrocinadores occidentales, a los hutíes en Yemen, a quienes se les acusa de estar siendo apoyados por los iraníes para tener el control de ambas rutas de comercio de crudo. La guerra en Yemen no es por el control de los recursos, sino por el control del territorio por donde se comercian los mismos.
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RB