El expresidente de EEUU, George W. Bush, ha sido contundente en un discurso en Nueva York, donde, sin nombrar al magnate Donald Trump dejó claras críticas hacía él:
«El aislacionismo, la xenofobia, y la violencia discursiva se han apoderado del país», comentó el hombre que más fue criticado por sus múltiples infracciones a los derechos humanos durante su mandato.
El antiguo presidente, causante de la guerra en Irak y de abarrotar Guantánamo de presos torturados, defendió a la inmigración, el libre comercio y la globalización, declarando:
«El fanatismo parece fortalecido. Nuestra política se ha vuelto más vulnerable a las teorías conspirativas y a los montajes descarados» aseveró.
Esto lo afirma justamente el ex mandatario norteamericano que comenzó la guerra en Irak, y quien -según muchos investigadores- es el artífice y culpable del auto ataque realizado en contra de Las Torres Gemelas, lamentable suceso que sirvió como excusa perfecta para iniciar la invasión contra Afganistán.
Trump no ha pasado por debajo esto y le ha echado en cara los hechos anteriormente mencionados más la mala respuesta que su gobierno tuvo ante el huracán Katrina.
Cuando en 2009 abandonó la Casa Blanca, Bush era uno de los mandatarios más impopulares del planeta; su gestión bélica, las mentiras descubiertas durante su administración, los programas de tortura así como su incapacidad para prevenir la crisis económica fueron sus estigmas y etiquetas. Esto lo llevó, incluso, a desaparecer de la escena pública.
Bush y Trump son gobernantes parecidos, amenazas que van y vienen, despliegues armados en todo el mundo, intervencionismo, injerencia, violación a los derechos humanos, lo cual hace que Bush caiga en un terreno bantante contradictorio luego de promover políticas muy parecidas a las del presidente actual.
Fue un discurso que retumbó, no por la popularidad, sino porque supone y avisa que incluso personas pertenecientes al partido republicano reconocen y aceptan el radicalismo y el exagerado fascismo de las políticas que ha tomado EEUU en los últimos años, lo que podría desembocar, tal vez, en el planteamiento -a lo interno de su partido- de un nuevo sistema actualizado y sin tanto radicalismo.
KH