InicioCULTURA Y ENTRETENIMIENTOCrianza#VTactualCrianza La cuarentena como aliada contra las rabietas

#VTactualCrianza La cuarentena como aliada contra las rabietas

La cuarentena por el Covid-19 convivirá mucho tiempo más con nosotros y si para un adulto este es un hecho difícil de manejar, solo imaginemos qué complejo puede ser para un niño. En esta atípica forma de convivencia obligada por la situación, las rabietas en los niños podrían aparecer con mayor frecuencia, por ello, con la paciencia como arma, debemos estar preparados para que la calma se imponga en todo momento.

En condiciones normales la aparición de las rabietas en nuestros hijos puede producirse entre los dos y seis años, justo cuando ellos aprenden a manejar el habla, las emociones y las relaciones con otras personas. La cuarentena difícilmente pueda alterar la aparición de este comportamiento, pero sí podemos sacar provecho de ella para hacer que disminuyan o desaparezcan en corto tiempo.

Para controlar las rabietas de nuestros niños se deben manejar y entender ciertas cosas antes de enfrentar el molesto arrebato. Lo primero es conocer que este es un proceso natural en los niños pequeños, que desaparecerá al tiempo que vayan madurando y que se prolongará tanto como nuestra paciencia y constancia así lo determinen. Con este propósito, el confinamiento deberá ser tomado como un aliado poderoso.

Ahora que estamos en casa

Una de las dificultades para manejar las rabietas, es que los gritos, portazos, pataletas y llantos, ponen a prueba nuestra paciencia. No siempre estamos de humor para lidiar con estos temas, pero si entendemos que los niños copiarán nuestras conductas, es más fácil servir de ejemplo. Es por ello que para manejar los arranques de ira de un niño, lo primero que hay que tener es autocontrol para estar a cargo de la situación.

Si perdemos la calma y nuestra primera reacción es el grito, el castigo irracional o físico, los niños entenderán que su comportamiento violento está justificado. Por el contrario, si manejamos la palabra como herramienta para buscar soluciones, ellos aprenderán a usarla para explicar qué es lo que les pasa.

Mientras estamos de cuarentena será mucho mas sencillo poner a prueba esta estrategia, ya que no contamos con una de las condiciones más temidas por los padres que son las rabietas en público. Una vez que estemos conscientes de nuestro rol en procura de la meta deseada, es hora de armar un plan para modelar la indeseada conducta.

Reglas claras contra las rabietas

Ahora más que nunca la convivencia en el hogar debe tener normas bien claras. Las horas de convivencias diaria entre los miembros de la familia se han multiplicado y esto involucra lógicamente a los niños pequeños. Por ello, y para evitar que las rabietas nos saquen de nuestras casillas, es importante delimitar el terreno de lo permitido y desde muy pequeños establecer los limites:

  • Sin golpes: todo niño en edad de manejar la palabra hablada comprenderá esta norma clara que desecha cualquier posibilidad de arreglar sus asuntos por la vía violenta contra otros o contra sí mismo.
  •  Sin gritos: nunca es muy temprano para enseñarles que no por gritar más alto se tiene más razón. Invítalo a calmarse y luego a explicar el porqué de su molestia.
  • Sin lanzar objetos o aventar puertas: con esta lección le estamos educando a ciudad sus cosas y controlar sus impulsos agresivos.
  • Sin insultos: es un límite bien claro que de ninguna manera tolerará las descalificaciones como consecuencia de una molestia. Es también bidireccional, así que evitemos insultar u ofender a un niño porque hace una rabieta.

Tenemos dos oídos y una sola boca

La frase pertenece al profesor y comunicador de origen cubano José Ignacio López Vigil, y tiene múltiples aplicaciones. Con ella enseña a ser más perceptivos antes de hablar sin sentido. «Dos oídos y una sola boca, para escuchar el doble de lo que hablamos«, dice el docente a sus alumnos de radio.

Esta frase la tomamos para ilustrar la importancia de poner mucha atención a nuestros hijos, y al momento de las rabietas, también. Es preciso procurar un espacio para que una vez que se calme, el niño explique con sus palabras el motivo de su molestia. En caso de no lograrlo con facilidad, orientemos sus respuestas tratando de entender su frustración e indicándoles las formas correctas de canalizar su ira.

Muchas veces ocurre que el simple hecho de escuchar a nuestros niños, servirá para que sus conductas indeseadas desaparezcan. El simple acto de escucharlos, es un ejercicio que no solo eliminará pronto las rabietas, sino que nos ayudará como padres toda la vida y hará de ellos mejores personas.

Randolph Borges/VTactual.com

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