InicioDestacada#VTactualTestimonios El relato de 9 venezolanos viviendo 100 días de cuarentena

#VTactualTestimonios El relato de 9 venezolanos viviendo 100 días de cuarentena

“La pandemia causada por el Covid-19 es uno de los más importantes retos a los que nos hemos enfrentado durante nuestra vida. Va más allá de cualquier crisis humanitaria, con severas consecuencias en materia de salud y socioeconómicas”. Esas palabras fueron emitidas el 8 de abril de este año por el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres,, tres meses después de registrarse la primera víctima fatal en China.

Nadie, ni mental ni psicológicamente, está preparado para afrontar de forma inesperada una emergencia sanitaria como la que vivimos actualmente. Afortunadamente, en Venezuela se tomaron las medidas de prevención a tiempo y se decretó el 13 de marzo la cuarentena social sin pensarlo dos veces. Eso evitó que en la actualidad el país tuviera números alarmantes como los tiene Colombia, Ecuador, Perú, Chile y especialmente Brasil.

Entre las reacciones del venezolano pueden destacarse dos: la de aquellos que radicalmente se tomaron a pecho todas las recomendaciones de seguridad y prevención; y otro grupo que prefiere hacer caso omiso a las medidas, poniendo en riesgo no solo su salud, sino la de su familia y el país entero.

Sin embargo, cada quien vive hoy la cuarentena a su estilo, padece sus propios problemas y le encuentra a la situación lo positivo y lo negativo. Luego de 109 nueve días de aislamiento, en las siguientes líneas contaremos la experiencia de un grupo de venezolanos de distintas edades y profesiones, relatadas personalmente por cada uno de ellos.

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Verónica Jiménez, 16 años, estudiante, Barquisimeto, estado Lara. “Ha sido frustrante”.

Mi rutina cambió por completo, en todos los sentidos. Pasé de ir todos los días al liceo, a mis actividades en la iglesia, compartir con mis amigos, salir con mi familia los fines de semana… a estar encerrada en casa de lunes a domingo. Ha sido frustrante, porque aunque hemos compartido muchas actividades en casa, hay días en los que no encuentro qué hacer, trato de darle vuelta a mi rutina pero es difícil. Este año me gradúo de bachiller y aún no sabemos si tendremos acto de grado o le entregarán el título por oficina a mis padres. Apenas y nos reunimos varias compañeras de clase hace unos días para rayar nuestras camisas y conservar al menos esa tradición, y a todos no les dieron permiso, ni siquiera porque fue en casa de una compañera y con las medidas de seguridad. Yo entiendo que todo es por nuestro bien, pero por entenderlo no deja de ser frustrante.

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Tomás Pérez, 18 años, estudiante, Maracay, estado Aragua. “No es el nuevo estilo de vida que esperaba”.

¿La cuarentena? Es frustrante, porque justo la semana que la decretaron iba a comenzar a estudiar medicina en la Universidad Francisco de Miranda en Coro (Falcón). Comenzaría un nuevo estilo de vida, a vivir solo en otra ciudad, sin mis padres… y de repente todo se cayó. Tenía meses con una rutina monótona, queriendo empezar mi carrera y estaba feliz porque llegaba el momento, pero se truncaron mis planes. No culpo a la cuarentena, porque entiendo que es necesaria, pero no es el nuevo estilo de vida que esperaba. Mientras tanto, he tratado de llevar las cosas con más orden, comer más sano y hacer ejercicio en casa, porque ahora ni siquiera nos reunimos en familia cada fin de semana como solíamos hacer; y entre amistades convivo con un grupo reducido y solo por WhatsApp y redes sociales.

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Scarlet Rodríguez, 33 años, periodista, Caracas. “He puesto a prueba mi capacidad como madre, amiga y mujer”.

Soy mamá de dos niñas de 7 y 10 años y de un bebé de seis meses y vivo sola con ellos. Hay que rescatar, entre lo bueno, el tiempo de dedicación exclusiva con mi bebé y que he puesto a prueba mi capacidad como madre, amiga y mujer, capaz de atender distintos frentes: comida, lactancia, crianza, tareas, clases, recreación, trabajo… cosas que pensaba que no podía hacer al mismo tiempo. Con mis hijas he estrechado lazos y tengo más comunicación y compenetración. Pero el tema económico ha sido muy negativo, porque trabajo como asesora freelance y por la cuarentena muchas empresas creen que no vale la pena contratar en esta época. Eso ha limitado mis ingresos, no tengo para todas las consultas médicas, para comprar comida y medicinas como antes. Aparte, mis padres son mayores, viven en Valles del Tuy (estado Miranda) y no pueden ver seguido a sus nietas que eran su mayor distracción, sobretodo para mi madre que padece alzheimer. En fin, lo peor es la incertidumbre de vivir en estrés sin saber que sucederá más adelante.

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Rafael Pérez, 47 años, taxista, Barquisimeto, estado Lara. “Nos hemos hecho un coraza”.

Yo me siento trastocado por la situación económica. He tenido que abrir el compás y buscar otras formas de sobrevivencia, adaptarme a la situación, más por actitud que por tener todo resuelto. He tenido que recurrir a la venta por Internet y redes sociales. Así he logrado subsistir con mi esposa y mis dos hijos, aunque no como quisiera. Y también gracias a la ayuda de mis dos hermanos menores, uno de ellos desde fuera del país. Pero no hay mucho para maniobrar, tenemos seis años llevando palo con la economía, la inflación y los apagones diarios. Nos hemos hecho una coraza y hemos tratado de sacar lo mejor dentro de lo peor. Y aunque el Gobierno lo ha hecho medianamente bien, fue el desabastecimiento de gasolina el que le cayó de perla, porque lograron encerrar a una población con poco sentido común como la venezolana. Gracias a Dios fue así, porque el servicio de salud público no aguantaría un brote masivo.

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María Guerrero, 37 años, abogada, funcionaria pública, Caracas. “Ahora trabajo por videoconferencia”.

A mí me ha tocado adaptarme, trabajar desde casa. Me traje laptop, Internet e impresora y eso me ha permitido cumplir con mis obligaciones. He tenido que ir muy poco a mi sitio de trabajo porque decidí estar en cuarentena voluntaria. Ahora trabajo por videoconferencia, todos los documentos legales los envío por correo al despacho. Pero todo responde principalmente a que mi papá padece una enfermedad casi terminal y hemos tomado medidas radicales y extremas, porque contagiarse para él sería letal. Antes iba varias veces por semana a atenderlo, ahora me turno con mi hermano cada 15 días, porque aparte él se quedó varado en Caracas, pues vive en Coro y desde febrero no ha podido regresar a su casa. Gracias a Dios, con medicinas no tenemos problemas porque teníamos un stock que, espero, alcance hasta que se normalice todo, aunque sea esa llamada normalidad relativa.

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Moisés Henríquez, 34 años, efectivo de la Guardia Nacional. Caracas. “En mi casa las medidas son estrictas”.

Vivo con mi esposa y mi hijo de tres meses. En casa todo cambió mucho, porque a mi hijo no puedo bajarlo al parque, tenemos que jugar con él en la sala o en el pasillo del piso donde vivimos. A mi esposa le gustaba pasear los fines de semana, tampoco podemos hacerlo, hemos tenido que adaptarnos por la seguridad de toda la familia. Antes visitaba a mis padres, ahora ni siquiera comida puedo enviarles como lo hacía siempre, debido a las restricciones. Además, por el trabajo tampoco no me da tiempo, estoy todos los días en la calle y apenas llegó al apartamento me desinfecto: me quito la ropa, la meto a la lavadora, me baño enseguida, no dejo que mi esposa ni mi hijo tengan contacto conmigo hasta que termine de asearme. En mi casa las medidas son estrictas, así como en mi trabajo.

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Eloína Salcedo, 60 años, jubilada y emprendedora. Caracas. “No he podido salir de Caracas”.

Yo vivo en la parroquia 23 de Enero y acá todo es muy estricto y radical. Hay que respetar las medidas de prevención. Desde que empezó la cuarentena no he podido salir de Caracas a visitar la casa de mi mamá en Aragua, a encontrarme con mis hermanos en Carabobo, tampoco he ido al apartamento que tengo en la playa. Ni siquiera puedo visitar a mis otros hermanos aquí mismo en Caracas, en San Bernardino y en Caricuao. Por eso le he dedicado más tiempo a mi casa, a darle más calor, limpiarla, acostarme cuando quiero. La distracción es mi trabajo, tengo un local pequeño y vendo desayunos y meriendas, pero allí nadie entra sin tapabocas, ni sin echarse gel antibacterial en las manos. Ahora todo es para llevar porque ni siquiera se pueden sentar en las mesas. Ha sido muy duro, solo pido a Dios que todo pase antes de los que pensamos.

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Delfina Linárez, 69 años, jubilada, Petare, estado Miranda. “Yo me cuido mucho porque me recuperé de un cáncer de mama”.

Yo no acostumbraba salir mucho, pero ahorita es extremo: solo salí a comprar queso una vez y otra a botar la basura. Antes iba al mercado, a conversar en planta baja con mis amigas del edificio, yo misma recibía la caja de comida y ahora tengo tres meses sin hacerlo. Ni siquiera visito a mis vecinos en sus apartamentos. Yo me cuido mucho porque me recuperé de un cáncer de mama y mi hija y mi nieto no quieren que salga porque puedo enfermarme. Antes también me distraía en la máquina de coser, pero ahora tampoco puedo, porque no tengo hilo y eso se compraba en Petare pero para allá no voy, ni tampoco mi hija o mi nieto. Incluso, pasé mi cumpleaños en cuarentena, no pude salir a comer afuera como todos los años ni tampoco visitar a mis hermanos. Me fastidio mucho, pero entiendo que es lo mejor para todos.

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Jesús Núñez, 69 años, comerciante, Maracay, estado Aragua. “No puedo visitar a mis hijos”.

Yo simplemente no salgo de la urbanización en donde vivo. Antes iba a una Casa de Abuelos, al remate de caballos, a ver juegos de béisbol en un campo cercano… ya no puedo hacer nada de eso. Lo único que hago es ir a trabajar en la bodega bien temprano y hasta mediodía. Allí uso tapabocas y como no tengo guantes me pongo bolsas plásticas y me las cambio a cada rato. Pero no puedo dejar de trabajar, porque la pensión no alcanza para nada y sin dinero no como. Además, yo veo que muchísima gente no sigue las recomendaciones, así que procuro mantener la distancia con todos. Incluso, antes jugaba dominó con mis amigos todos los días hasta las nueve o diez de la noche, pero decidí dejar de reunirme en grupo, ahora me guardo a las siete de la noche a más tardar. Pero lo que más lamento es que no puedo visitar a mis hijos en Caracas, es imposible llegar hasta allá o que ellos vengan a verme.

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Y es esa actitud y parte de esas palabras de Jesús Núñez las que deben tenerse presentes: «Veo que muchísima gente no sigue las recomendaciones, así que procuro mantener la distancia con todos«. La enfermedad del Covid-19 ha demostrado no ser un juego, y con más de 10 millones de contagiados en el mundo y casi 500 mil fallecidos –hasta este 29 de junio– hay que valorar las palabras del director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus: «Lo peor está por venir (…) Han pasado seis meses del brote del nuevo coronavirus y la pandemia está lejos de haberse acabado.

Manuel Rodríguez / VTactual.com

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