Es sábado a la mañana, y, fuera de las noticias nacionales y canales de televisión, la comunidad se organiza para realizar un mercado comunal en la parte alta del barrio de Lídice, en Caracas. Cuanto más arriba en el cerro más humildes son materialmente las casas, las infraestructuras y los ingresos.
Sucede así en toda la capital, una ciudad donde el centro, el valle, fue reservado a las clases altas y medias, y las grandes barriadas populares se construyeron en las alturas, con casas una arriba de la otra, escaleras angostas, laberintos, esfuerzos.
Desde arriba se ve casi toda Caracas. El mercado se realiza en el sector Nuestra Señora del Rosario, organizado dentro de la Comuna Socialista Altos de Lídice. Este sábado es el segundo mercado comunal consecutivo, una de las apuestas principales que impulsan los comuneros y comuneras en estos tiempos de guerra de precios, de economía, de asedio financiero internacional contra el país.
En una calle angosta se instalan los puestos de comida: pan, pescado, y café. La semana anterior fue de verduras, hortalizas, y pan. Prueban, ensayan, no esperan soluciones, sino que buscan cómo construirlas con su iniciativa y esfuerzo.
«Una comuna debe entender que la alimentación es uno de los elementos de la política que debe abordar, sabemos que como comuna tenemos la posibilidad de hallar alternativas, brindar una mejor alimentación, más completa, integral, con la proteína de pescado, carne»,
explica a Sputnik Jesús García, miembro de la comuna.
El objetivo es traer alimentos de calidad para la comunidad y garantizar precios por debajo de los que en la calle aumentan semana tras semana, muchas veces día tras día.
Según la Red de Defensoras y Defensores de la Seguridad y Soberanía Alimentaria —que realiza un monitoreo permanente de los precios de alimentos sembrados y/o industrializados en el país— ha existido un aumento de 100% de precios en los mercados municipales de Caracas entre el 20 de y el 31 de mayo, y de 91% en la semana anterior.
Ante esa situación existen dos vías principales de resolución para los barrios populares y las clases medias no dolarizadas. Una es a través de los productos a precios subsidiados por el Gobierno, distribuidos principalmente a través de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), que atienden a más de seis millones de familias en el país.
Es justamente sobre los CLAP donde EEUU ha decidido centrar parte de sus ataques para impedir que los alimentos importados puedan llegar a puerto venezolano.
La otra vía es la que crean las comunidades organizadas, principalmente en comunas, que son la forma principal de organización desarrollada teóricamente por Hugo Chávez para avanzar en la construcción del socialismo en los territorios.
Existen en la actualidad cerca de 3.000 comunas registradas en todo el país. Las experiencias de mercados comunales han sido desde hace varios años, no solamente en Caracas sino en todo el país: resolver la cuestión del abastecimiento y la accesibilidad de los alimentos ha pasado a ser un asunto principal de toda organización popular.
«Los mercados son para encontrarnos con nuestra gente, informar de lo que estamos haciendo, brindar una alternativa más allá del CLAP y además para involucrarnos con otras comunas a nivel nacional»,
explica Jesús
Han hecho articulaciones con comunas del estado Lara, como Pío Tamayo, El Maizal, para los rubros de harina y carnes de cochino y res, así como comunas caraqueñas, como Panal 2021, para el tema verduras y hortalizas.
El problema principal reside en el transporte, en particular para alimentos que deben conservar la cadena de frío: el objetivo es poder realizar los intercambios directamente entre comunas sin los intermediarios que son quienes se quedan con márgenes siempre altos de ganancia por tener los camiones. El vínculo directo entre comunas abarata costos y por lo tanto precios finales.
En la Comuna Socialista Altos de Lídice tienen planteado realizar un mercado quincenal que rote por diferentes partes de la Comuna que está conformada sobre la base de siete consejos comunales, que son el pilar organizativo comunal: cada consejo comunal tiene su propia asamblea y responsables.
En el mercado de la semana anterior pudieron comprar 400 familias, en este fueron cerca de 500, en todo el territorio comunal viven 2.000 familias. Esperan subir en cantidades, rubros, alianzas con otras comunas y con el Estado como, por ejemplo, con la alcaldía de Caracas. La municipalidad facilita compras de productos de manera prepaga a la comuna, que luego los vende en los mercados.
El objetivo a mediano plazo es más ambicioso: bodegas comunales con producción de la comuna. Ya tienen un terreno donde siembran diferentes cultivos; tienen producción de pan y textiles y acaban de inaugurar una farmacia comunal atendida por los médicos que forman parte de la colectividad, abastecida de medicamentos donados por solidaridad internacional.
Una de las metas estratégicas de las comunas es lograr el desarrollo de una economía propia, articulada, organizada bajo lógicas de autogestión, dirigidas por el autogobierno que debe regir de manera participativa sobre el territorio comunal.
La Comuna Socialista Altos de Lídice cumplió este lunes 3 de mayo su primer año como comuna. El fin de semana tendrá elecciones para definir quiénes integrarán los órganos de Gobierno comunal, como el Parlamento de la comuna, el Ejecutivo y la Contraloría. Será un espacio de debate, votación, y celebración: fundar una comuna en la tormenta es algo para ser celebrado.
Los mercados comunales, con su pescado, pan, café, verduras, hortalizas, el trabajo voluntario de la gente, la conformación del autogobierno, son una muestra de la cotidianeidad chavista fuera de cámaras, ignorada por la derecha venezolana y por quienes diseñan el bloqueo financiero desde EEUU.
Es en estos cerros donde se gestó la identidad política del chavismo hace más de veinte años atrás, su fuerza expresada en grandes fechas históricas como elecciones, y también —y sobre todo— en su voluntad de hacer frente a las dificultades.
Quienes son más golpeados por la situación material son a su vez quienes más se organizan para encontrar respuestas, buscar una forma de solución colectiva. Es una manera de hacer política constitutiva del chavismo, solidaria, entre iguales, que explica entre otras cosas por qué ante tantas dificultades existen una decisión de no rendirse.
La experiencia de Altos de Lídice es una de las tantas que día tras día se suceden en todo el país. La revolución no es únicamente un asunto del Palacio de Miraflores, sino un movimiento histórico que, con aciertos, errores y complejidades, desborda las formas tradicionales de la política.
T/sputniknews