Cientos de vacas, caballos y ovejas mueren de sed e inanición debido a la sequía que asola el valle de Putaendo, en el centro de Chile, cuyas tierras se han convertido en una inmensa fosa común de animales cuyos propietarios se han resignado a enterrarlos.
Las lluvias se han visto reducidas en más de 70% en la región de Valparaíso, declarada zona de catástrofe por sequía y por la invasión de moscas y carroñeros.
«No tiene vuelta, en el campo ya no queda ni agua, menos aún el pasto, que no hay nada. No se puede y estamos muy mal. No tenemos vuelta», lamentó resignado el ganadero Fernando Enríquez de 82 años.
Asimismo, las pocas vacas que le quedan están famélicas y mastican sarmientos secos e incluso piedras. Se les notan las caderas y las costillas, se les cae el pelo y no generan leche para alimentar a sus terneros, que apenas tienen fuerzas para ponerse de pie.
Crónico déficit de lluvias
De hecho, la zona central y parte del norte de Chile, incluida la región metropolitana de Santiago, afronta en 2019 su mayor déficit de lluvias de los últimos 60 años, que según datos del Ministerio de Agricultura afecta a unos 34 mil animales en el total de las regiones afectadas, desde Atacama al Maule.
Por consiguiente, el fenómeno se ha agudizado en los últimos 10 años, con una disminución de las precipitaciones en aproximadamente 38% del promedio histórico.
La paciencia en que las condiciones climáticas cambien se agotó ya hace tiempo, cuando el río Putaendo comenzó a parecerse más a un desierto de piedras y en las altas quebradas y riscos circundantes desapareció el pasto para dar paso a la aridez de la arena y algunos árboles de espinas que no sirven como comida para los animales.
FF