La catalanofobia comienza a sentirse en España luego del referéndum celebrado el pasado 01 de octubre por la Comunidad Autónoma de Cataluña, que buscaba independizarse definitivamente de la corona y establecerse como una nación soberana. El precio de ser libres le está costando caro a Cataluña gracias al boicot que varias empresas de España han comenzado a aplicar a ciertos productos provenientes de la comunidad catalana.
Días después del referéndum del 1-O, la cadena hotelera de Tenerife Hovima Hotels, comenzó a boicotear dos docenas de marcas catalanas como consecuencia de los «últimos acontecimientos que han ido surgiendo en la comunidad autónoma de Catalunya», según informó el departamento de compras de dicha empresa a sus proveedores vía correo electrónico.
Caso parecido de catalanofobia ocurrió en Valladolid donde una tienda de productos textiles llamada «El Catalán», tuvo que cambiar su nombre debido a la merma en la compra de productos por parte de sus clientes.
«Ahora mismo sólo un 10% de nuestros productos eran catalanes pero eso a la gente tanto le da. Algunos ya ni entraban para preguntarlo», indicó José Luis Muñoz, propietario de la tienda, quien asegura que todo cambió para su negocio luego del referéndum del 10-D.
Esta hola de rechazo contra los catalanes y su país no es nueva. Sergi Blàzques es un politólogo y jurista afincado en Barcelona, explica que se han tramitado más de 300 querellas por catalanofobia.
“La catalanofobia no es algo nuevo. Lleva siglos produciéndose. Sin embargo, ahora las redes sociales y los medios de comunicación han hecho visible una realidad que se ha acrecentado de manera muy peligrosa en los último años”, explica Blázquez.
Tras la declaración de independencia de Cataluña, el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, anunció la intervención del gobierno regional y llamó a elecciones para el 21 de diciembre, para elegir un nuevo Parlamento de Cataluña.
AMR