Llegó este lunes a Buenos Aires, bajo extremas medidas de seguridad. El primer ministro de Israel aterrizó con la tranquilidad de que su visita no estará empañada por alguna maniobra judicial imprevista que ponga en riesgo su libertad de movimientos y próximas escalas que realizará en Colombia y México.
Las demandas de genocidio y acusaciones de delitos de lesa humanidad por los casos de Palestina no se han traducido aún en una orden internacional de detención, por lo que su inmunidad en esta visita oficial será total.
La embajada israelí, después de poner a trabajar a sus abogados y asesores, perdió la zozobra que mantuvo hasta la semana pasada, preocupada ante la hipótesis de un escenario que algunos compararon con el de Augusto Pinochet y su detención en Londres en 1998. El 16 de octubre de ese año, el exdictador chileno -en aquel momento senador vitalicio- fue arrestado en la clínica británica donde estaba ingresado por una hernia discal. La detención se produjo después de que el exjuez Baltasar Garzón lo solicitara ante Interpol por los delitos de genocidio, torturas y, entre otros, desapariciones forzadas.
En su estancia de menos de 48 horas que termina este martes, Netanyahu no estará, bajo ninguna hipótesis, en una situación similar. Lo que sí le espera, en la primera visita a Argentina de un jefe del Estado de Israel desde su fundación en 1948, serán desplantes y manifestaciones en su contra por parte de movimientos pro palestinos.
Se espera que el Gobierno de Mauricio Macri, entregue a Benjamín Netanyahu los archivos desclasificados de Argentina relacionados con el holocausto. Argentina, ironías de la historia, fue refugio tanto de nazis como de judíos durante y después de la Segunda Guerra Mundial.
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