Que existan personas que en pleno siglo XXI estén convencidas de que la Tierra es plana es alarmante. Que esas personas sean millones, es todavía más impresionante. Pero que la mayoría de ellos pertenezcan a la generación Millennial, una de las más preparadas de todos los tiempos, es sencillamente increíble.
Estos individuos que se hacen llamar terraplanistas, defienden la teoría de que la Tierra es estacionaria y plana. En Brasil, representan el 7 por ciento de la población (14 millones). En EE. UU., donde inició el movimiento Flat Earth Society en 1956, conforman un 2% (alrededor de siete millones).
Si bien es cierto que hay personas que comparten esta creencia en diferentes partes del mundo, la mayoría se encuentra en estos dos países. Entre sus miembros, hay importantes personalidades del espectáculo y la política, uno de ellos es el asesor del actual presidente de Brasil quien anteriormente se desempeñaba como astrólogo.
Olavo de Carvalho es precisamente quien más ha indignado a la comunidad de científicos de Brasil, primero por su posición estratégica dentro del ya polémico Gobierno de Jair Bolsonaro -que no se ha declarado terraplanista pero que acogió en el país a la cumbre más grande impulsada por esta comunidad- y porque declara si ningún tipo de vergüenza que aunque no ha estudiado el tema comparte esa extraña filosofía.
Además de indignar, la presencia de Carvalho en el gobierno preocupa porque no es la primera vez que emite una opinión descabellada. Recientemente también afirmó que las bebidas gaseosas son endulzadas por fetos de bebés abortados, una noticia evidentemente falsa que ocupó un lugar importante en las conversaciones de los brasileños por varias semanas.
Sin embargo, Carvalho no es el único miembro del gobierno de Bolsonaro que apoya planteamientos retrógrados como el terraplanismo: el ministro de Asuntos Exteriores, Ernesto Araújo, cree –al igual que #DonaldTrump- que el Cambio Climático no existe sino que se trata de un complot marxista para dominar al mundo.

Y aunque Araújo no es abiertamente terraplanista, si dijo en una ocasión que era indispensable para el mundo que existieran personas que se cuestionaran las cosas. Un planteamiento acertado que pierde su importancia cuando recordamos la gran cantidad de evidencia científica (entre ellas el funcionamiento de los satélites de los cuales se sirven estos funcionarios de Bolsonaro) que prueba la redondez del planeta.
También pierde relevancia cuando recordamos la estrategia de la derecha que llevó al poder a Bolsonaro y que se basó en la difusión de noticias falsas. Estudios realizados durante la campaña electoral del año 2018 en Brasil demostraron que el 48% de las informaciones publicadas en redes sociales por la ultraderecha eran fake news.
Expertos aseguran que el fenómeno del terraplanismo se ha disparado precisamente por la proliferación de noticias falsas, pero más aún por la élite política que se encuentra al frente de gobiernos como el de Brasil y EE. UU. que ha instaurado el negacionismo en cuestiones científicas.
Ha sido tan definitiva esta tendencia que se ha traducido en el abandono de importantes acuerdos que buscan la reducción de los efectos de la contaminación y de la acción del hombre en el planeta, como por ejemplo el acuerdo de París del cual #DonaldTrump se apartó en 2017.

Terraplanismo y religión
La mayoría de quienes estudian el resurgimiento del terraplanismo han acordado que se trata de una corriente marcada por la religión, la pobreza y la falta de educación, aunque hay evidentes excepciones a esta generalización.
En Brasil, una cuarta parte de la población se identifica con la religión evangélica. De este porcentaje, la mayoría se encuentra en situación de pobreza y no tiene acceso a las escuelas. En las elecciones de 2018 en las que se impuso Bolsonaro, este sector fue determinante para que el político lograra la victoria.
Este dato es el que ha creado suspicacias respecto a la vinculación de Bolsonaro con el movimiento terraplanista, cuyos miembros han aumentado en número, considerablemente, desde que el apodado “Trump del trópico” llegó a la presidencia.
Con las noticias falsas como base y algunos versículos de la biblia como prueba, el terraplanismo continúa extendiéndose por todo el mundo ante la mirada atónita de entendidos sobre el tema, que no creen posible que una teoría tan obsoleta aún sea tema de discusión.
Son esos mismos entendidos los que figuran como un objetivo para los terraplanistas, quienes aseguran que la Nasa miente y que todo lo que se sabe hasta ahora sobre el universo es una mentira creada para dominar el mundo.
El historiador Jeffrey Burton Russel explicó en 1997 que las personas medianamente educadas siempre estuvieron claras sobre la redondez del planeta. Así fue desde el siglo III hasta el XIX, cuando pensadores cristianos ofendidos por el avance de la ciencia comenzaron a atacar todas las bases del conocimiento que se tenía sobre el mundo.
Burton Russel afirma que incluso cuando Cristóbal Colón emprendió el viaje hacia América para demostrar que la tierra no era plana, lo hizo con la seguridad de que su teoría era cierta porque existía evidencia irrefutable que lo probaba.
Sin embargo, hay una versión de los hechos que asegura que algunos científicos molestos por el ataque de la Iglesia a la teoría de la evolución en esa época provocó que se impulsara una campaña de descredito en contra de los miembros de esa institución, para poner en evidencia el supuesto pensamiento retrógrado que los caracterizaba.
Sin duda, hay muchas cosas que podrían no ser absolutas. Sin embargo, creemos que la forma de la tierra no es una de ellas.
Andreína Ramos Ginés/ VTactual.com