Con un período de cuarentena y distanciamiento social que podría extenderse más tiempo de lo esperado, la dinámica familiar –que ya ha sufrido bastantes modificaciones- conocerá una nueva rutina que requerirá de toda nuestra paciencia y disciplina.
Ya no hay vuelta atrás, por unos meses más los padres seguiremos siendo la principal fuente de amor y de conocimiento para nuestros hijos. La cuestión es ¿Cómo? Si no nos sentimos preparados para ello.
Pues hay que echar mano nuevamente de la herramienta que nos ha permitido llegar hasta este momento en el que, por el bienestar de nuestros hijos, nos encontramos buscando consejos sobre cómo hacerlo mejor: el instinto.
Sí, ese sensor que nos dice qué está bien y qué podría estar mal debe ser nuestro principal aliado en este proceso llamado cuarentena, que es muy difícil para nosotros pero lo es mucho más para los niños, sobre todo si son pequeños y no entienden bien qué está pasando.
Dejar la escuela, los espacios abiertos, las actividades extracurriculares, los juegos con los amigos, la estricta rutina que les despierta a las 5:30 y los lleva a dormir a las 9:00. Todo en un abrir y cerrar de ojos, en un intento abrupto de protección que tuvo unos primeros pasos bastante atropellados.
Desde mañana, comienza una nueva etapa en la que formalmente, al menos en Venezuela, los padres nos convertiremos en maestros de nuestros hijos y en garantes de su aprendizaje. Es una responsabilidad que puede asustarnos, pero que con un poco de ayuda y mucho amor puede convertirse en una oportunidad para empatizar con ellos, demostrarles afecto y, ¿Por qué no? Refrescar conocimientos.
¿Por dónde comenzar?
Al igual que en la escuela, los niños necesitan un lugar fresco, seguro y que tenga todas las comodidades para que puedan realizar sus actividades. Aseguremos además, que toda nuestra atención estará puesta en estas horas de clase.
Sí trabajamos desde casa, procuremos despertar temprano y terminar las asignaciones laborales un poco antes para que podamos concentrarnos mejor mientras les explicamos el tema del día a nuestros hijos.
Evitar las distracciones (como por ejemplo televisores encendidos) y garantizar tiempos de descanso entre actividades, en los que el niño pueda tomar una merienda, también son pasos importantes que debemos respetar en este proceso.
Sin violencia: esa es la clave
Lo más importante en esta nueva dinámica familiar es que se adapte a nuestro modo de vida y circunstancias, pero que además nos haga sentir cómodos a todos. Si los niños no quieren hacer la tarea y no tienen una buena actitud, lo mejor es hacer las actividades en otro momento.
Lo esencial es entender que no lograremos el efecto deseado si el niño está molesto, ansioso o cansado. En ese momento nuestra paciencia también se pondrá a prueba: evitemos los castigos, descalificativos y malos tratos, porque tendrá repercusiones en su autoestima y en el futuro el niño asociará las tareas con sentimientos negativos.
Rutina, si. Apuros, no
Establecer horarios, hábitos y rutinas es sumamente beneficioso para el desarrollo de los niños, porque entre otras cosas aporta a sus vidas seguridad y valores como la perseverancia, cooperación y organización.
Pero colocar dentro de esas rutinas horarios sumamente estrictos y obligar a los niños a cumplirlos, es un error que muchos padres solemos cometer. Y hacerlo durante el tiempo de confinamiento puede tener resultados contrarios a los esperados.
Habrá momentos en los que no podremos cumplir las expectativas de los colegios y las maestras, pero eso está bien, nadie se había enfrentado a una pandemia y ninguno tiene la verdad sobre cómo debe ser la vida durante la cuarentena.
Lo mejor que podemos hacer es buscar una fórmula propia, que funcione para nosotros y para nuestros hijos, y no convierta este tiempo en casa en una guerra difícil de manejar.
Andreína Ramos Gines/ VTactual.com