Durante meses, la oposición venezolana sometió al país a una agenda violenta que derivó en alrededor de 130 muertes, miles de árboles quemados y pérdidas mil millonarias en daños a la infraestructura. El objetivo «generar caos» para derrocar el Gobierno de Nicolás Maduro.
La violencia arreció cuando el jefe de Estado propuso ir a una Asamblea Nacional Constituyente como mecanismo de diálogo. Comenzó entonces la dirigencia de la derecha a convocar paros y trancas en todo el país. Nada sirvió.
La promesa era que las elecciones no se desarrollarían, ellos no lo permitirían. El mismo día de la elección amenazaron gente, trancaron vías, pero los electores abrieron caminos nuevos, no temieron amenazas y salieron a votar.
Casi un mes después, el sociólogo, Óscar Schemel, director de una de las más prestigiosas encuestadoras del país consideró que la participación de los venezolanos en ese proceso comicial fue un castigo.
“El 30 de julio hubo un voto castigo contra la oposición o contra el plan insurreccional y violento de la oposición a favor de la paz, del diálogo, hubo un voto de identidad social frente a la muerte que planteaba el plan insurreccional”, dijo durante una entrevista televisiva.
Sus disparos, su violencia resultaron en su contra.
Schemel, que además resultó electo como Constituyente por el sector empresarial, resaltó que este escenario ha favorecido al chavismo, que tendría entonces la oportunidad de apoderarse de la esperanza de los venezolanos y mantener su electorado, sin embargo consideró que será necesario trabajar en el tema económico.
«Durante el año 2016 se dejó flotar el dólar oficial y se acercó al dólar negro y durante esos seis – ocho meses hubo una estabilidad en el valor de la moneda, hubo una estabilidad de los precios, incluso hubo una recuperación del salario real. Es una experiencia positiva que demuestra que la flexibilización del control de cambio y no su anulación puede permitir una estabilización económica del país”, recalcó al respecto.
JS
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