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Terroristas que burlan la ley de los hombres

Como la mayoría de los criminales protegidos, el terrorista anticubano Posada Carriles, falleció sin dar la cara a las autoridades y pagar en prisión por el sufrimiento infligido a cientos de familiares de sus víctimas.

El «Bin Laden de América» como le decían algunos de sus detractores, murió en un Centro de Salud para Veteranos en Miramar, en el sur de la Florida, Estado Unidos, a los 90 años tras sufrir los últimos años cáncer de la garganta y un derrame cerebral.

“Luis Clemente Faustino Posada Carriles salió de su país de origen, Cuba, con la sola intención de acabar con la Revolución de la isla”, reseñó la prensa internacional.

Documentos desclasificados por el gobierno de EE. UU demostraron que Posada Carriles trabajó como agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por su sigla en inglés) entre 1960 y 1974.

 

Es señalado de torturas, desapariciones, complots y organización de ataques con explosivos en Venezuela, Guatemala, El Salvador, Chile Cuba y Argentina.

En una entrevista con el diario estadounidense The New York Times (1998) reconoció la veracidad de la mayoría de delitos que se le imputaban, entre ellos los ataques con explosivos a varios hoteles en La Habana.

En 1961, se incorporó a los preparativos de una fallida invasión a Cuba por Playa Girón.

En Miami, cuna del anticastrismo más violento, era considerado «un héroe» y le rendían homenaje.

Fiel amante de la violencia

Este cubano, con nacionalidad venezolana, fue el autor intelectual del atentado del 6 de octubre de 1976 contra el avión de Cubana de Aviación en el que murieron 73 pasajeros.

Por este crimen fue encarcelado en Venezuela pero se fugó en 1985 y se desplazó por Honduras, Guatemala y El Salvador, donde mantuvo sus nexos con Estados Unidos y apoyó cualquier actividad contra los gobiernos populares de la región.

A pesar de que en el año 2005 entró ilegalmente a EE. UU y fue detenido, un juez lo libró del delito migratorio por considerarlo “viejo e inválido”. Desde entonces, vivió en Miami, amparado por el Gobierno norteamericano de turno a pesar de solicitud de extradición del Estado venezolano.

En dos oportunidades intentó asesinar al presidente cubano, Fidel Castro, en 1971, durante una visita a su homólogo chileno, Salvador Allende y en el año 2000, durante la Cumbre Iberoamericana en Panamá.

En esta última quedó detenido, junto a otros tres criminales, sin embargo, en el 2004 fue indultado por la presidenta saliente de Panamá, Mireya Moscoso.

También se vio involucrado en el asesinato de Orlando Letelier, en 1976, canciller chileno durante la gestión de Allende.

«Obviamente fue un terrorista y un hombre de un tiempo en el que se consideraba que cualquier método valía para derrocar a Fidel Castro. Fue fiel a la filosofía de la violencia política hasta el final de sus fuerzas», dijo la periodista cubana Ivette Leyva, radicada en Miami.

Miles de personas señalan la muerte de Posada Carriles y lamentan su vida de lujos y tranquilidad. Irónicamente piensan de él, lo mismo que este opinó de su archienemigo, Fidel Castro, cuando murió, “es una muerte injusta, con los mejores médicos y las mejores medicinas. Eso no era lo que debía ocurrirle”, dijo.

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