Es indiscutible el valor histórico que tiene el libertador Simón Bolívar para el pueblo venezolano. Su legado se encuentra profundamente arraigado en la memoria colectiva de un país que profesa día a día su amor y admiración por su obra.
En el terreno de la guerra, demostró siempre su talante y destreza militar. Su pasión inconmensurable por alcanzar la libertad plena, lo llevo a protagonizar innumerables hazañas que le hicieron merecedor del reconocimiento y respeto universal.
Un sinfín de operaciones militares que, orientadas por el pensamiento estratégico de Simón Bolívar, lograron alcanzar importantes victorias que han sido glorificadas en el tiempo.
En esta oportunidad, el destino ha permitido la coincidencia en la celebración de dos hitos importantes. Un 6 de agosto de 1813, Bolívar entra triunfante a la ciudad de Caracas luego de culminar la Campaña Admirable. Y, 11 años después, un 6 de agosto de 1824, lidera la victoria en la batalla de Junín.
Dos hechos que no se pueden ver de forma aislada. Ambas forman parte de un mismo proceso histórico pero además, sus trazos se configuraron por la firme voluntad de acción del Libertador.
Una medida indispensable… la reconquista de Caracas
Para el año 1812 todo parecía perdido. El poder español retomaba el control del territorio venezolano y la única salvación para las fuerzas patriotas era el exilio forzado. Sin embargo, la realidad cambiaría rápidamente.
Simón Bolívar tendría un papel fundamental en esta circunstancias. Desde Nueva Granada, no solo expone un acucioso análisis de su tiempo sino además, presenta la necesidad imperiosa de liberar a Venezuela.
Así lo dejará claro el 15 de diciembre de 1812 en el conocido Manifiesto de Cartagena al señalar: “…presento como una medida indispensable para la seguridad de la Nueva Granada, la reconquista de Caracas...”
La Campaña Admirable: la celeridad como factor clave
El año 1813 se llenará de triunfo y gloria. A la narrativa discursiva expresada en Cartagena, se le suma la concepción estratégica de una campaña militar sin precedentes en el territorio.
A la cabeza de un contingente de venezolanos y neogranadinos, Simón Bolívar asume la celeridad y la sorpresa como factores claves para el triunfo. Bajo esta estrategia, una serie de sucesivas victorias entre mayo y agosto de 1813, dejaría plenamente desarticulada las fuerzas enemigas en territorio venezolano.
Los jefes realistas capitularán a principios de agosto, permitiendo la entrada triunfal de Bolívar y su ejército el 6 de agosto de 1813. Dos días después Bolívar expresaría: “…Por fin, compatriotas míos, vuestra República acaba de renacer bajo los auspicios del Congreso de la Nueva Granada…”
De esta manera, por lo increíble y efectivo de las operaciones, Simón Bolívar fue nombrado Libertador de Venezuela y su acción militar quedó para la posteridad como una Campaña Admirable.
11 años después: La victoria de Junín
Tras la consolidación de la Gran Colombia y la victoria contundente de Carabobo en 1821, el Libertador fija su atención al sur del continente, pues su proyecto emancipatorio entendía que no debía quedar ningún reducto español en el continente.
Así, venezolanos y neogranadinos emprenden una marcha hacia el sur del continente para enfrentar a las fuerzas realistas allí presente. Nuevamente, un 6 de agosto, pero de 1824, el genio militar de Simón Bolívar lideras las acciones contra un ejercito español. Esta vez, en las pampas peruanas alrededor del lago Junín.
La batalla de Junín fue un paso importante para la liberación definitiva del Perú y la preocupación y estrategia de Bolívar en organizar a la caballería y lanceros se convertiría en factor clave de la victoria.
Simón Sánchez/VTactual.com
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