Una de las tantas jugadas para derrocar al Gobierno revolucionario de Hugo Chávez, ocurrió en diciembre de 2002. Una vez fracasado el Golpe de Estado de abril en ese mismo año, los sectores empresariales se animaron a un paro patronal y petrolero, que dejó pérdidas mil millonarias a la nación caribeña.
Para la época, se unió al paro la Liga Venezolana de Béisbol Profesional, deporte que es una pasión y parte de la idiosincrasia del venezolano y que para el mes de diciembre, siempre está en su mejor momento, porque se define quién pasa a la ronda eliminatoria, rumbo a la gran final.
«No están dadas las condiciones para garantizar la asistencia y la seguridad de los aficionados», aseguró el entonces presidente de la Liga, Ramón Guillermo Aveledo, quien curiosamente unos pocos años después, presidió la Mesa de la Unidad Democrática, intento de coalición opositora que se aventuró en nuevos caminos para derrocar a Chávez.
Hoy, cuando está planteado un escenario de guerra, invasión, injerencia y violencia generalizada contra el presidente Nicolás Maduro, que sigue los postulados de Chávez, el deporte vuelve a convertirse en mecanismo de presión y forma parte del bloqueo económico, financiero y hasta político que Estados Unidos pretende imponer a Venezuela.
Ya estaba definido, que Venezuela sería sede de la Serie del Caribe, torneo anual que disputan los equipos campeones de las ligas en Venezuela, México, Panamá, Cuba, República Dominicana y Puerto Rico.
Para este evento, se designó el estado centroocidental de Lara como sede y el Estado venezolano emprendió la remodelación del estadio Antonio Herrera Gutiérrez para tal fin. Se invirtieron 3.684.053 euros en los trabajos para el terreno de juego y estaba ya a punto la logística, seguridad, hospedaje y todo lo que necesitaran los jugadores, delegaciones y el público del torneo.
10 mil efectivos de Protección Civil, la Guardia Nacional Bolivariana y otros cuerpos de seguridad estarían a cargo del evento. Personajes del bésibol latinoamericano lo certificaron, incluso en sus redes sociales, tal es el caso de Omar Cañizales, presidente de la Liga Mexicana del Pacífico.
Juan Francisco Puello Herrera, presidente del Confederación de Beisbol del Caribe dijo el pasado mes de julio en Barquisimeto, estado Lara, «nos sentimos satisfechos por los avances del comité organizador. Nos ha sorprendido gratamente y seguramente se vivirá una gran fiesta del Bésibol». ¿Qué pasó entonces?
La oposición venezolana, bajo la tutela de Estados Unidos, se embarcan en un nuevo Golpe de Estado, esta vez montando un Estado paralelo, al estilo de otras invasiones norteamericanas en el mundo.
Tal acción, como siempre está precedida de violencia pagada, ejercida por mercenarios en sectores clave. Sin embargo, ninguna zona cercana del Antonio Herrera estaba asediada por ninguno de estos hechos, el estadio estaba listo y las autoridades en materia de deporte, se comprometieron al desarrollo cabal del torneo.
No obstante, en días recientes la Confederación de Béisbol del Caribe anunció el retiro del torneo de Venezuela y lo mudaron a Panamá. Evidentemente, la decisión obedece a una acción política y no técnica, una acción que se une a todas las ya emprendidas para aislar al país suramericano, por levantar su soberanía e independencia.
Al respecto, el ministerio del Deporte emitió un comunicado en el que exige resarcir al deporte venezolano y el titular de ese despacho, Pedro Infante sentenció que “no se puede politizar el deporte. El deporte tiene como fin hermanar a los pueblos, romper barreras y propiciar escenarios de paz”
La noche de este lunes, el presidente Nicolás Maduro se pronunció al respecto, «invertimos millones, pero le sabotearon la Serie del Caribe al pueblo de Barquisimeto (…) por una razón ideológica que viola la ética olímpica. Precisamente el deporte es el encuentro de todos. Nuestra venganza será ser campeones«, dijo.
JS