Un atípico y sorpresivo fenómeno climático, similar a El Niño, azota las costas de Perú y Ecuador. No obstante, las consecuencias registradas en ambos países distan mucho de ser similares.
En Perú, las fuertes lluvias provocadas por «El niño costero» han dejado 78 muertos, 264 heridos, 20 desaparecidos, 101.104 damnificados y unos 643.216 afectados, según el último informe oficial publicado por el Centro de Operaciones de Emergencias Nacional (COEN). Desde el punto de vista económico, todavía no se puede fijar un balance oficial sobre las pérdidas, pero se estima que podría alcanzar, por los momentos, los 500 millones de dólares.
En el caso de Ecuador, el mismo fenómeno ha producido 15 muertes, 123 inmuebles destruidos y 6 mil familias han sido afectadas, al igual que 6 mil viviendas.
Evidentemente existe una notable diferencia, no obstante, el fenómeno afecta a ambos países por igual, ya que no elige qué territorios azotar. ¿Cuál es la diferencia? La aplicación de políticas preventivas y planificadas, lo que se traduce en 6 megaobras y muchas otras de menor calibre menores pero igualmente importantes en territorio ecuatoriano.
Uno de esos megaproyectos fue desarrollado en la capital ecuatoriana, Quito, donde el Estado invirtió 73 millones de dólares en un sistema que incluye alcantarillado, colectores de agua pluvial y seis mil kilómetros de redes subterráneas que cubre el 93% de la ciudad.
Frente a esto, la capital peruana, Lima, sufre inundaciones, damnificaciones, así como cortes de agua que amenazan con la aparición de enfermedades infecciosas y epidemias de dengue, zika y chikungunya.
Volviendo a Ecuador, el gobierno de Rafael Correa desarrolló y ejecutó seis megaproyectos hídricos con mil millones de dólares de inversión en las provincias de Guayas, Manabí, Santa Elena, Los Ríos y Cañar. Estos sirven para el control de inundaciones, el sistema alternativo de riego, el almacenaje de agua y funciones combinadas frente a desastres.
Igualmente, los ecuatorianos construyeron una defensa ribereña, muralla de piedras y mallas, en 15 kilómetros de zona vulnerable para evitar que las aguas del río Zarumilla azoten sus cultivos. Del otro lado de la orilla, en la ciudad peruana de Tumbes, la historia es otra: el río arrasó con miles de viviendas.
Mientras tanto en Perú, la Municipalidad de Lima solo invirtió un poco más de 4 millones de soles (1 millón 200 mil dólares) en labores de prevención pese a contar con un presupuesto de 34 millones 217 mil 868 soles (más de 10 millones 526 mil dólares) para la cartera de “Reducción de Vulnerabilidad y Atención de Emergencias por Desastres”. El dinero restante se utilizó para los espacios de un malecón.
Este asunto no es un problema del todo nuevo. Ya en 2015 varios parlamentarios de ese país pidieron con urgencia desarrollar medidas para proteger al país ante los pronósticos de futuros desastres naturales. No obstante, fueron pocas las obras destinadas para tal fin y los resultados están a la vista.
JA