InicioDestacadaRealmente pasó en Venezuela: comunidad organizada se alzó contra mafias panaderas

Realmente pasó en Venezuela: comunidad organizada se alzó contra mafias panaderas

El 15 de marzo, luego de varias irregularidades en la venta del pan, la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos de Venezuela (Sundde) cerró la panadería «Mansión Bakery» ubicada en una de las más populosas avenidas del centro de Caracas, por acaparar la harina de trigo para el pan, elemento básico en la dieta del venezolano y por especular con los precios.

Detrás de la Sundde, un colectivo denominado «La Minka» entró de manera intempestiva y se pusieron a hacer pan. Cuando la Superintendencia intentó sacarlos, ellos aclararon que no trabajaban en la panadería, «respondimos, no, nosotros no trabajamos aquí, somos la comunidad que no vamos a permitir que se pare la producción», narra José Solórzano, uno de los líderes de ese movimiento, en exclusiva para Venezuela Times.

Desde esa fecha, el pan que anteriormente vendían en 700 bolívares, es expendido a 200. En los depósitos encontraron acaparados 280 sacos de harina de trigo. Los dueños anteriores elaboraban alrededor de mil panes diarios, hoy la comunidad produce 5.600. Sin embargo, recientemente fueron asediados por hordas violentas que pedían su salida del lugar.

Al ser consultados sobre el daño que estarían haciendo para generar esta reacción, Solórzano responde: «El daño que nosotros estamos haciendo es que antes el portu producía mil panes diarios y nosotros ahora producimos 5.600. El otro daño que estamos haciendo es quitarle el negocio privado del pan a unos pocos, para dárselo a un precio justo a nuestra comunidad. El daño que le estamos haciendo es que el pan ya no es una mercancía sino un alimento sano y sabroso para distribuirlo con nuestro pueblo organizado. El peor daño que le estamos haciendo es que estamos demostrando que los pobres a través de la organización somos capaces y somos eficientes, entonces tomamos una panadería que era antiguamente privada y que ahora con todo el esfuerzo la vamos a convertir en una panadería comunitaria que tribute para la organización y convierta de nuevo el pan en un alimento para nuestra gente y no siga siendo una mercancía para el lucro de un privado».

Alina León, otra de las integrantes del colectivo narra que no tuvieron miedo cuando fueron asediados, aunque saben que se enfrentan a unos vecinos enardecidos, «nosotros tenemos  la razón y estamos claros en que no nos estamos enfrentando a los vecinos del lugar sino al poder del capital y la mafia de las panaderías».

Sin embargo, la respuesta de estos hombres y mujeres fue salir con un arma muy poderosa: tambores. Tocaron y bailaron, «ellos no sabían qué hacer, el fascismo no sabe qué hacer con la música… nosotros como buenos cimarrones sacamos nuestros tambores y así apaciguamos esa guarimba», ríe Alina.

«La Minka», que en idioma de nuestros indígenas Quéchua significa «trabajo colectivo en favor de la comunidad», tiene cicno años como colectivo. En esta panadería que lleva el mismo nombre, cuentan con el apoyo de la Red de Productores Libres y Asociados del Pan, otra organización del poder popular que desde hace dos años trabaja con panaderías comunitarias de varias parroquias.

Para Solórzano, los sectores políticos de derecha  «no se creen que el pueblo está organizado y en avanzada y tiene capacidad para tomar los espacios y ponerlos a producir».

JS

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