Simón Díaz es ampliamente reconocido como uno de los máximos exponentes de la música llanera venezolana. Su imagen pública, moldeada por el carisma y la cercanía con el pueblo, lo consolidó como un ícono cultural. Sin embargo, detrás de su legado, persisten críticas que desafían la versión idílica del «Tío Simón«. A lo largo de los años, han surgido cuestionamientos sobre su tratamiento de la música folclórica, la apropiación de piezas tradicionales y la comercialización de un género con profundas raíces populares.
Apropiación de la música folclórica
Uno de los señalamientos más persistentes hacia Simón Díaz es la falta de reconocimiento adecuado a los autores originales de muchas de las canciones que interpretó. En el proceso de difusión de la música llanera, se le atribuyeron piezas que, si bien fueron popularizadas por él, tenían orígenes previos en la tradición oral o en compositores menos conocidos. Esta práctica generó debates sobre los límites entre la interpretación, la adaptación y la apropiación del folclore.
Si bien es común que la música tradicional pase de generación en generación sin un reconocimiento individualizado, las críticas apuntan a que Díaz se benefició personalmente del prestigio y los derechos de autor de obras que no siempre fueron de su creación. La falta de menciones explícitas a los verdaderos creadores en ciertas piezas alimentó la percepción de que el artista no siempre respetó la historia de las canciones que llevó a la fama.
La música “llanera”
Otro punto de discusión en torno a Simón Díaz es su rol en la transformación de la música llanera en un producto comercial. Mientras que algunos celebran su capacidad para hacer llegar el género a audiencias globales, otros consideran que su estilo simplificó y «suavizó» la esencia de la tradición llanera.
Críticos argumentan que, en su afán de internacionalizar la música de los llanos, Díaz adaptó las tonadas a un formato más accesible para el público masivo, lo que resultó en una pérdida de autenticidad. La estilización de sus interpretaciones, junto con el uso de arreglos orquestales y estrategias de mercadeo, contrastan con la raíz pura del género, generando fricción con los defensores del folclore tradicional.
Desmitificando al «Tío Simón»
La imagen de Simón Díaz como el cariñoso «Tío Simón» fue una construcción mediática que le permitió convertirse en un referente cultural. Sin embargo, esta narrativa oculta las controversias y contradicciones de su carrera. La idealización de su figura ha eclipsado los debates legítimos sobre su impacto en la música llanera y la forma en que se apropió de ciertas obras sin dar crédito suficiente y ganado dinero que volcó en sus tierras y ganados explotados de manera dudosa.
El reconocimiento de estas críticas no busca restar mérito a su contribución musical, sino ofrecer una visión más matizada de su legado. Desmitificar a Simón Díaz implica reconocer que su éxito también estuvo acompañado de decisiones cuestionables en la manera en que manejó la herencia musical venezolana. Al confrontar estos aspectos, se abre un espacio para una discusión más honesta sobre la responsabilidad de los artistas en la preservación y difusión del folclore.